Hogback Bridge, uno de los seis puentes de Madison
"Los puentes de Madison Conunty" de Robert James Waller
Hacía años que no se tomaba unas vacaciones, unas verdaderas vacaciones, en solitario y a un lugar donde pudiera encontrarse de nuevo con esa mujer enérgica que había dentro de ella, los años y las responsabilidades la estaban marchitando.
Decidida a disfrutar de unos días excitantes se sentó frente a la chica de la oficina de viajes y le dijo que deseaba ir a Estados Unidos, concretamente a Iowa, al condado de Madison. La chica la miró y esbozó una sonrisa de complicidad. -¿Va usted sola? le preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
-Sí, voy sola.
Después de casi veinte horas de vuelo y dos escalas, una en Madrid y otra en Chicago, llegó al aeropuerto de Des Moines y aún le quedaban 37 millas hasta la cuidad de Winterset.
A través de las ventanillas del automóvil que ella misma conducía, iba admirando un paisaje que distaba mucho del que veía a diario, su ciudad bulliciosa, llena de ruidos, con gentes que siempre tienen prisa estaba muy lejos de parecerse a estas llanuras verdes atravesadas por largas carreteras rectas por donde apenas se cruzó con algunas camionetas, a los extensos maizales, a los hermosos campos floridos. De vez en cuando un rebaño de ovejas caminaba con parsimonia tascando a su paso las hierbas frescas.
No dejaba de pensar en lo distintas que pueden ser las vidas de las personas por el lugar donde nacen.
Ya ante las puertas del hotel Cobblestone Inn & Suites Winterset, no pudo reprimir un largo suspiro de satisfacción.
Su inglés, aprendido gracias al trabajo que desarrollaba en una empresa de importación de vinos de Jerez le fue de gran ayuda para moverse con habilidad en estas tierras. Después de darse un buen baño relajante y tomar un refrigerio se fue a la cama para recuperarse de tantas horas de viaje. Por la mañana cogió su Nikon y el trípode dispuesta a llevarse para Cádiz los seis puentes cubiertos, y con suerte un ramito de flores silvestres ofrecido por un apuesto Robert Kincaid.