Hoy
no es el día. Hoy no lograba ni siquiera emborronar el folio que seguía blanco,
inmaculado, vacío como su mente. Lo miraba y se sobrecogía pensando que jamás
llegaría a escribir algo mínimamente aceptable. ¿Qué le mantenía aferrada a esa
inquietud por la escritura? ¿A quién le iba a interesar leer sus palabras con
la de palabras que pueden encontrarse mucho mejor engarzadas y con contenidos
más interesantes y atractivos? Podía engañarse a sí misma pensando que alguna
vez alguien valoraría lo que hacía, incluso se atrevía a soñar que un día vería
una obra suya en el escaparate de una librería. Son sueños de una ilusa se
confesaba íntimamente. Podía seguir intentándolo, pero qué sentido tenía contar
historias. Todo el mundo tiene historias propias a las que acudir. Qué magia
lograría que las de ella tuvieran interés para los demás. Y allí, sentada ante
el folio virginal, siguió pensando que quizá un día podría encontrar la
historia perfecta y las palabras adecuadas para contarla.
Ejercicio para la Tertulia Rayuela. Día 20 de noviembre de 2017.