El Rompido es el tercer lugar que visitamos en esta segunda excursión de la Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía.
El Rompido es un barrio marinero perteneciente al municipio de Cartaya, en él encontramos dos faros a pocos metros uno de otro. El primero, ya fuera de servicio, fue construido en 1861 y fue el primero de la provincia. Tiene una torre troncocónica de 13 metros de altura. Comenzó a funcionar con lámpara de aceite de oliva con un alcance de 14 millas, unos 25 kilómetros.
En 1919 la lámpara se cambia por una de petróleo por incandescencia y se le acopla un sistema de pantallas con apariencia de 2+1 y un alcance de 16 millas. La apariencia de luz era muy parecida a la del Faro del Picacho por lo que se sustituyen las pantallas por lentes giratorias que daban un grupo de 2 destellos cada 5 segundos. Así permanece hasta 1934 cuando se moderniza con un sistema automático de gas acetileno y destellador.
Este primer faro contaba con viviendas para los fareros, dicho edificio se utiliza en la actualidad para reuniones, congresos, y sala de exposiciones.
La linterna tiene forma decagonal con cristales rectangulares planos y una cúpula de metal. Todo se encuentra en buen estado pero no conserva el sistema de alumbrado.
La cúpula cuenta con originales desagües con caras de león para eliminar las aguas de lluvia.
En 1975 se hace necesario recrecer la torre 15 metros pero su estructura no lo permite, por ello se recurre a la construcción del faro nuevo. Esta torre tiene una altura de 24 metros y su plano focal está a 43 metros sobre el nivel del mar.
Es una torre estrecha, cilíndrica, de tres metros de diámetro, iluminada en su interior con 7 ventanas que quedan en la misma linea de la puerta de entrada. La torre descansa sobre una placa de hormigón de 10 metros de lado. En un principio la torre estuvo pintada con franjas blancas y negras pero actualmente está todo blanco con una franja roja bajo el primer balconcillo.
Hueco de la escalera vista desde abajo.
La escalera de caracol adosada a la pared es un poco mareante pero la ilusión por llegar al bacón y ver el paisaje es un estímulo que hace olvidar hasta el cansancio.
Cuando se llega al cuarto de servicio hay una pequeña escalera para acceder al primer balcón.
Y en esta imagen podemos ver la escalera de acceso al segundo balcón, con una parte de la misma al aire, los que padecemos vértigo hicimos un esfuerzo añadido.
Ahí me tenéis saliendo al balcón tras haber salvado esos escalones que me hicieron temblar las piernas.
Una vez arriba todo es disfrutar, tanto del paisaje como de los elementos que hacen funcionar el faro. En esta imagen tenemos los paneles de lámparas de 200 watios que tienen un alcance de 23 millas.
Vista del viejo faro y viviendas de los fareros. El edificio es de planta cuadrada de 16 metros de lado. Las dependencias están organizadas en torno a un patio central, una construcción típica de los edificios de faros de esa época, ya vimos que el Faro del Picacho tenía una edificación similar. La torre adosada en el lateral del edificio lo hemos podido ver en Mazagón, Chipiona y en el de Punta Carnero.
Desde el balcón del faro pudimos ver la desembocadura del río Piedras y la franja de tierra conocida como la Flecha del Rompido que se encuentra entre las localidades de Lepe y Cartaya, y se abre al Atlántico desde una playa virgen a la que es posible llegar utilizando unas barcas que atraviezan el río.
Mirando hacia el oeste seguimos el curso del río Piedras y sus marismas; al fondo, de forma borrosa, podemos vislumbrar unos montes que se encuentran en Portugal.
Muy importante llevar cámaras, ya nos lo decía Paco García cuando nos llamó para informarnos de estas visitas, y así lo comprobamos, casi 500 fotos contabilizaba la cámara de Juan, las demás imagino que andarían por el estilo.
Vista de la escalera desde arriba. A diferencia de otros faros que hemos visitado, por el centro de las escaleras no hay tubo, ya que cuando este faro se construyó, se hizo con las técnicas nuevas que hacen innecesario dicho elemento; por dentro del mismo corrían los contrapesos que permitían los giros y hoy día se hace con electricidad.
Al rodear el faro para buscar un contraluz me sorprendió la imagen que se me mostraba, el faro parecía tener alas, quería abrazarme.