Anochece en el patio recién regado.
Emana el olor de las aromáticas plantas mojadas.
Se distinguen el romero y la hierbabuena. La mejorana y el laurel.
Cristalinas gotas resbalan por las ovaladas hojas de la estrilicia, que
se lanzan al vacío desde sus bordes o se deslizan cual riachuelos por su peciolo.
Se oscurece el cárdeno color de las flores de la buganvilla ante la suave luz de las vísperas.
Satisfechas de su belleza, las rosas se pliegan sobre su tálamo para evitar el frío nocturno.
El azofaifo protegido por sus punzantes espinas descansa confiado.
Las salamanquesas, que pasan el día al calor del sol, huyen espantadas
a ocultarse en grietas y recovecos, esperando que pase el temporal.
El Jazmín desprende un dulzón aroma que va inundando el privado cenobio y
atrae con sus arrullos al negro tordo que duerme cada noche entre sus ramas.
Los silbos y chirridos agudos del ave anuncian la hora del descanso.
El astuto tordo se acerca cauteloso hasta su acogedor refugio.
Se mueve con destreza por el laberinto de ramas hasta que encuentra su mullido lecho.
Las suaves y pequeñas hojas verdes dejan al tordo arrellanarse para soñar sus sueños.
Las ramitas acunan al pajarillo y los efluvios de las flores se intensifican con los mecidos.
Las livianas flores blancas del jazmín caen suavemente formando una fragante alfombra.
El chorro de la fuente une sus notas al concierto que ha compuesto la naturaleza.
Y el claustro es una amalgama de débiles luces y grises sombras.
Una mezcolanza de dulces sonidos y sabrosos aromas.
4 comentarios:
Muy bonita descripción de una cotidiana historia de jardin. Evocas olores, tactos, vistas y más, me encanta la huída de las salamanquesas.
Un beso.
Esa es una de las cosas que echo de menos de casa.
Tienes un patio que es una preciosidad. No tengo uno, pero presumo de amiga, que lo tiene.
Un beso
Lola
Maravillosa, intensa y poética vida la de ese patio... hasta aqui llega el embriagador sueño de los jazmines.
Un beso
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