A una hora de mi casa me sumerjo en una ciudad romana.
Situada en la ensenada de Bolonia, encontramos las ruinas de Baelo Claudia, muy cerca de Tarifa. Una ciudad que va saliendo a la superficie poco a poco, a base de pincel y paciencia.
Desde la primera vez que la visité hasta esta última hay una gran diferencia. Edificios que estaban bajo tierra han surgido como por encanto a la vista de los visitantes. Es uno de los lugares con más historia y más bellos de esta zona.
Dedicados a la industria de la salazón, podemos observar claramente la zona de las fábricas y más arriba, subiendo una pequeña ladera, se sitúa la cuidad.
Factoría de salazones de pescado y salsa garum
Una importante ciudad romana en tierras de Cádiz, con un magnífico teatro, templos, foro, basílica judicial, tiendas, termas, y todo cuanto podía necesitar un ciudadano del imperio.
Trajano entre las columnas de la basílica.
Paseando por sus vías me venían al recuerdo las clases de latín y desde un lugar remoto de mi memoria me llegaba la primera declinación que todos repetimos mil veces con un soniquete cantarín, rosa,rosa, rosam, rosae, rosae, rosa. Y me imaginaba en medio de un ir y venir de togas y stolas, de comerciantes y senadores, de mater familiae camino del mercado, de sacerdotes y vestales. Una ciudad bulliciosa.
Termas
No eran sólo un lugar de baños, después de hacer sus ejercicios, embadurnarse con los aceites y pasar por las aguas calientes y frías, los usuarios se retiraban a otras zonas donde se hacía vida social. De ahí la gran importancia que todos los gobernantes dieron a estas construcciones.
Teatro
Foro y escalinatas de los templos.
Desde la zona alta hay una vista de la ensenada que impresiona, la playa rubia, luminosa, y el mar de un azul intenso, transparente, de aguas frías.
A Baelo no puede venirse con prisas. Hay mucho que ver y debemos saborear cada rincón, cada piedra, cada columna, recrearse en la historia.
Vista del mar desde la escalinata de los templos.
Cuando bajamos a la playa nos sorprende la hermosura de la ensenada. Un horizonte claro, límpido. La arena fina masajea nuestros pies a cada paso. Un exfoliante natural.
Una gran duna que va desplazándose despacio, cubriendo los pinares que rodean la zona, aparece a nuestra derecha. Llegar hasta ella supone un largo paseo por la orilla pero la promesa de palpar con nuestras manos tan suaves arenas restan esfuerzo a la caminata.
Copas de los pinos secos devorados por la duna.
A todo lo largo voy recogiendo conchas, caracolas, orejitas de coral, y mil miniaturas naturales que forman el suelo de esta costa.
El atardecer es sobrecogedor, el sol va desapareciendo tras un montículo y los colores de la tarde se vuelven dorados. Los reflejos del sol sobre las aguas tranquilas lanzan a nuestros ojos destellos centelleantes. A estas horas la playa se va quedando vacía. Los pocos que quedan ya empiezan a recoger para marcharse a casa.
Yo sigo paseando tranquila dejándome acariciar las piernas por el agua fresca de la orilla. Dejándome abrazar por el aire cálido. Distraída. Perdida en un tiempo lejano.
Llevo de vuelta la sensación de un largo viaje, la felicidad de un día pleno y una bolsa de caracolillos y conchas que voy coleccionando desde hace años y que guardo como un tesoro.
Volveré a Baelo Claudia y me sorprenderé nuevamente y pasaré otro maravilloso día para recordar.
Y tu estarás conmigo.
7 comentarios:
Si me leyera nuestra amiga Natàlia me haría un mordaz comentario...
Cuando veo las construcciones romanas no puedo evitar considerarlas copias mal hechas del arte heleno, al igual que ocurría con su literatura, obras de teatro, música...
Es uno de los lugares que tengo en la agenda, cuando los peques sean más mayores toca.
Un abrazo.
Tampoco conozco el lugar, y estoy deseando ir y hacer un montón de fotos. Unas fotos preciosas, Leo.
También yo guardo conchas y caracolillos y los guardo como un tesoro.
Un beso
Lola
Loli, tenemos un montón de cosas en común.Ya lo sabes. Un beso.
Verónica, tus hijos tienen una edad estupenda para llevarlos de excursión. Mis nietos disfrutaron mucho, sobre todo Manuel que es muy curioso, se hizo con una guía de las ruinas y me fue explicando todo lo que veíamos. Pasaron un día magnífico. Un beso.
Gracias, Mari Carmen. Esta época del año es buena para acercarse a Baelo. Hay menos gente y un tiempo menos caluroso. Si te decides lo programamos y nos vamos con Loli. Un beso.
sabía yo que o natalí o verónica andarían por aquí. y zas, verónica ha aparecido...no la hagas caso...es una enamorada de grecia...jajajaj...
mientras leía tu post y mientras veía las fotos, me decía que qué jodíos estos romanos...¡¡¡sabían dónde hacer sus ciudades...! por que eso de tener el mar tan cerca, aunque supongo que sería por aquello de las comunicaciones marítimas más que por otra cosa...eso de tener la mar tan cerca debía de ser un espectáculo. representaría levantarse y oler a mar, a un virginal mar, no como los de ahora, más o menos contaminados...
medio beso.
Gustavo, estoy de acuerdo en que las playas están casi todas contaminadas, pero te aseguro que aquella está aún virginal, como tu dices. A los pobres romanos les costó caro situarse tan cerca porque el principio de su ruina fue un maremoto. Y lo mismo que para ellos el mar era su ruta de viajes, lo era para los piratas. Yo que vivo en una isla, siempre estoy expuesta. Pero que gozada estar a cinco minutos del mar!.
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