El grito de Edvard Munch, Galería Nacional de Noruega, 1893.
Decía yo el pasado jueves en el escrito sobre los Ídolos que, " se valora más al que más grita aunque de su boca no salgan más que necedades", esta frase, que apostilló Juan Carlos en su comentario y con el que estoy de acuerdo, habría que cambiarla y decir que "se escucha más al que más grita....".
Ya que el tema de este jueves son las voces y me imagino que habrá muchísimas y buenas reflexiones acerca de ellas, yo me he decantado por enfrentar las voces a los silencios. Considero que ellos son verdaderamente comunicativos y provechosos.
Estar callado conlleva poder estar atento a las palabras de los demás, escuchar y oír, dos sinónimos que no lo son tanto, especialmente respecto a la actitud del sujeto.
Callado escuchas, oyes al que grita y al que susurra, al necio y al sabio, al eminente y al ignorante, al destacado y al insignificante. Oyes a todos y recopilas, esquematizas, resumes, sintetizas, seleccionas y eliges.
Callar no es otorgar, no es dar tu brazo a torcer, al contrario, es tomar una posición estratégica y esperar a que los errores derroten al contrincante o bien que los argumentos den la razón al adversario.
Nunca me he arrepentido de mis silencios, en cambio cuántas veces he deseado no haber pronunciado ciertas palabras. Hay un dicho popular, y siempre tienen razón, que dice: Cada persona es dueña de su silencio y esclava de sus palabras.
Elevamos la voz para exigir nuestros derechos, para reclamar, para imponer nuestras ideas, para murmurar. La mayor parte de las veces usamos la voz para condenar. Estamos siempre tan descontentos que no paramos de quejarnos, lanzamos sapos y serpientes.
Levantémosla para tolerar, para defender, para valorar, para agradecer, para sugerir, para aconsejar.
Las voces que no salen de la garganta son las más intensas, aquellas que no necesitan el aire para transmitirse. Yo escucho los silencios. Oigo la triste mirada de un niño hambriento, los ojos nublados de un anciano indefenso, el caminar incierto de un perro abandonado, las manos temblorosas de la madre que pide para dar de comer a sus hijos, la pesadumbre de un padre de familia sin trabajo, la inseguridad del necesitado frente al poderoso, el miedo de la mujer maltratada, la impotencia del inocente condenado, las lágrimas del repudiado amante.
Oigo los gestos de un triste mimo, las sonrisas tranquilizadoras, los besos amorosos, los abrazos sinceros, los guiños de complicidad, las caricias consoladoras.
No sería armoniosa la música si entre sus notas no se intercalaran los silencios. Ellos dan más valor al sonido. Y acaso no son más importantes esos momentos callados que guardan los enamorados mientras en su memoria se fijan para siempre las palabras pronunciadas en sus arrebatos amorosos.
Pongamos voz a los silencios, proclamemos a los cuatro vientos las injusticias y los abusos. Que apoyados en nuestros labios tengan voz las miradas, los ojos, los pasos, las manos, los gestos, las sonrisas, los besos, los abrazos, los guiños, las caricias.
Utilicemos la voz para el enaltecimiento del ser humano nunca para humillar.
24 comentarios:
Leonor...las infinitas voces del silencio, en él todo cabe y se refleja, hasta las imagenes tienen voz, los colores, y los sueños, la memoria, el compás del pulso. Por la boca muere el pez, muchas veces es bien cierto.
Me ha enamorado la diversidad de tu silencio.
Besitos !salve!
Yo sí me he arrepentido de mis silencios, muchas veces me he quedado con las ganas de decir, hasta de insultar si mucho me apuras, pero siempre ha habido, en esas ocasiones, algo que me frenó: o no era el momento, o salía yo perdiendo, o no me atreví por temor a lo que sea...
Jamás deberiamos callarnos.
Y sí, entre oir y escuchar hay una gran distancia.
Un beso.
Nos traes otro punto de vista muy interesante, el del silencio, a veces es lo mejor pero otras debe triunfar la palabra sobre todo ante las injusticias. Magnifica reflexion.
He oído ese dicho popular. Desde luego a veces más vale estar callado que decir según que cosas. Es muy bueno saber escuchar para después hablar con propiedad. Ahora es que muchas veces no escuchamos ni sabemos escuchar.
Buena reflexión, tienes toda la razón.
Un abrazo
Hola Leonor. Es un placer pasar a leerte y descubrir tu estilo de decir. esta convocatoria juevera tiene, entre otras cosas, esa ventaja: uno va descubriendo y escuchando distintas voces, distintos puntos de vista y ese intercambio enriquece y hace nacer nuevas voces.
Me han parecido estupendas tus reflexiones y esa invitación a escuchar también las voces del silencio, una propuesta más que necesaria.
Te dejo un abrazo desde el otro lado del Atlántico.
Una justa reivindicación del silencio, y cuanto hay en él, no podrías haber hecho más justicia a todas sus voces. Me gusta sí, el silencio digno, enaltecido, a veces es la única herramienta que nos separa del atropello.
Muy buens tus voces del silencio Leonor
Te mando un gran beso
A veces el silencio es necesario y encierra muchos más significados que mil palabras, otras es desesperante. Me parece que la clave es saber usarlos en el momento justo, pensar antes de hacer que nuestra voz salga alocada e impulsiva. Me gustó mucho tu reflexión, y te dejo una frase con respecto a silencios y voces: "Si pudieras oir todo lo que callo, me suplicarías silencio"
Un abrazo enorme.
Gracias Natalia, todo tiene voz como bien dices, todo transmite y se expresa a su forma. Un beso.
Verónica, esa diferencia entre escuchar y oír siempre fue una batalla perdida de un querido amigo mío, mi suegro Miguel Cavada, el hombre más culto y cariñoso que he conocido. Murió hace pocos años y dejó en mí una profunda huella. Recuerdo que cuando alguien decía "no escucho nada", él rectificaba diciendo, "pues escucha y quizás oigas algo". Un abrazo.
María José ya ves que al final estamos defendiendo lo mismo. Poner voz a los silencios. Un beso.
Carmen, los dichos populares son siempre certeros.
En esta sociedad tan competitiva, pararse a escuchar significa que no seas tu quien destaque. Y viene al pelo otro refrán: Si no lloras, no mamas. Un abrazo.
Neogéminis, eso es saber escuchar. Hacer un alto en el camino y oír las voces de los demás, que como dices esa diversidad nos enriquece. Un beso.
Madre mía, Sindel, si alguien pudiera oír nuestros pensamientos. Un abrazo.
Fantastica reflexion acerca del silencio, de lo que debemos callar, de lo que queremos oir. Las voces que nos atan a cada uno.
Dijo Miguel de Unamuno: "A veces, el silencio es la peor mentira"
Un beso
Comentaba hoy a un compañero, la diferencia que tú destacas entre oir y escuchar. Hay silencios que son tremendamente elocuentes y expresivos aunque en ocasiones la voz debe superponerse por encima del silencio.
Has llenado de locuacidad al silencio, a los silencios.
Un abrazo.
Me ha interesado eso del silencio intercalado entre compases.
También en los poemas, hay que dejar un hueco.
El sobreentendido. Literariamente eso es expresión callada.
También existe ese silencio de las magnitudes en nuestro universo.
¿Cómo sonará el Sol o cómo sonaría?
Tésalo
Mw ha gustado mucho este artículo, especialmente lo de callar. Algo que también aplico. Una vez escribí que "digo lo que pienso más de lo que pienso lo que digo", algo que recordé leyéndote.
Estoy muy de acuerdo en esa otra forma de hablar, creo que se hace, pero las palabras de aliento, de afecto se dicen en bajo, mientras que los improperios se dicen a voz en cuello. Y se oyen más. Esperemos que no se escuchen más.
Un beso Leonor.
Ah, y gracias por citarme.
Hola Leonor.
Con los años se aprende que -en ocasiones puntuales- los silencios hablan más que las palabras. Es más, se hacen imprescindibles.
Me ha encantado leerte y reflexionar sobre lo que transmiten tus letras.
Destaco especialmente lo de la armoniosidad de la música que entre sus notas precisa de los silencios... ¡Que bello!
Te dejo un abrazo.
Maat
Maat, ya te lo he comentado pero vuelvo a repetírtelo, tu relato me ha llegado al alma. Un beso.
Me han parecido interesantísmas tus reflexiones.
Sucede que generalmente en esta tarea de los jueves generalmente recurro en cierta forma a la ficción, por eso quizá no trasluzca tanto en mis palabras lo que acerca de tantos temas opino. Viene a cuento, que coincido en que el silencio puede ser peor que la mentira. Como corolario digo, también que a través de la metáfora de un relato se puede decir mucho.
Alabo tu forma de ponernos en tema.
Un abrazo
Sí, los silencios son importantes pero solo los silencios valientes no los que se hacen por temor a expresarse. Esos silencios deben servir para afianzar las posturas, nunca para evitarlas. Tu relato creo que tiene esa orientación y tras leerlo deberia ser objeto de meditación.
Un beso
Silencio para escuchar que no oir, ese silencio me gusta, es una opción a tanto grito, una manera de hacerse oir, silenciosa, si ,pero de hacerse oir. Se habla demasiado, se dice en innumerables ocasiones muy poco. Silencio en valentia como dice Manuel nunca por temor.
Me ha encantado tu reflexión.
Un abrazo.
" Las voces que no salen de la garganta son las más intensas, aquellas que no necesitan el aire para transmitirse."
he extractado esta frase de tu jueves por que resume, me aprece, la idea que quieres transmitir...
y sí, te doy mi parabién, pues en cierta manera la voz silenciada por uno mismo es la voz de lo que se siente internamente. y esa voz, se mire como se mire, es la que mejo se expresa. y es al que mejor se expresa, por que se ayuda del silencio y de los gestos y del silencio y de las miradas y del silencio y del silencio y de más silencio...
al fin y al cabo, el lenguaje es imperfecto, pero lo es más cuando se trata de echar mano de él para expresar nuestras interioridades...y los silencios, tambié imperfectos, pero menos que el lenguaje hablado, al menos, es verdad para el que calla...
medio beso, leonor...
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