jueves, 22 de septiembre de 2011

TEMA DEL DÍA


En el patio de mi casa

   Cada día, durante la media hora que tenemos en el trabajo para almorzar, surge un tema de charla en la mesa. No siempre tenemos tiempo para debatirlo como nos gustaría porque el tiempo apremia. A veces se arma tal guirigay que aquello parece un gallinero, todas queremos dar a la vez nuestra opinión y casi siempre acabamos poniéndonos de acuerdo.
   Hoy surgió el tema de los abuelos que se encuentran con la obligación de cuidar a sus nietos. Durante un buen rato hubo defensoras y detractoras de esta situación. Se ve más lógico que sean los abuelos maternos los que se ocupen de los hijos de sus hijas, mientras que dejarlos con lo suegros, a la mayoría no les gustaba.
   El debate nos tuvo toda la comida entretenidas y camino de las salas seguimos haciendo bromas acerca de cúal es el papel que tienen que desempeñar los abnegados cuidadores. Por supuesto, es natural que tengan que madrugar si tienen que llevarlos a la guardería o al colegio. Que se ocupen de recogerlos, darles de comer, dormirlos un poco pero no mucho porque luego dan la noche, entretenerlos, aguantar sus pataletas, acunarlos en los brazos cuando están malitos, etc... y por supuesto todas opinaban que, sobre todo las abuelas, los malcriaban, que estropeaban el trabajo educativo que ellas estaban llevando a cabo. Estuve callada, escuchando sus argumentos. Yo en este momento no tengo nietos que cuidar porque viven en San Roque, pero lo he hecho anteriormente.
   Así que defendí mi rol y dije que las abuelas son las abuelas y ese es su papel, ser abuelas. Tienen que ayudar, alimentar, cuidar,......pero lo más importante es mimar. ¿Qué recuerdo tendrá un niño de una abuela que hace totalmente las veces de madre?. Será como haber tenido dos madres y haber pasado la niñez sin la imagen acogedora de la abuela.
   Yo recuerdo correr despavorida hacía mi abuela que me acogía debajo del delantal para evitar una regañina. Con el tiempo te das cuenta que tu madre estaba compinchada con ella porque un delantal no esconde a una niña, yo actuaba como el avestruz, y, en aquellos momentos mi abuela era mi salvación.
  ¿Y el caramelo que recibías a escondidas y que masticabas con avidez para que nadie se diera cuenta?. ¡Qué miradas de complicidad entre nieta y abuela!.
   Ser abuela es tan maravilloso como ser madre pero más cómodo. Lo que enseñan los abuelos no está escrito en los libros y para los niños, los familiares más valorados, después de sus padres, son los abuelos.
   No seamos críticos con ellos, si les cargamos con la responsabilidad, démosles la alegría de que puedan ejercer su verdadero cometido.
   Mis abuelos fueron abuelos y estoy agradecida de haberlos tenido durante mucho tiempo.
  




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