miércoles, 21 de septiembre de 2011

CONVIVIR CON EL ALZHEIMER

Mi madre, mi hermana y mi padre. Tres héroes luchando contra el olvido.


  Aunque los que sufren la enfermedad de Alzheimer lo pasan muy mal, son los cuidadores de esa persona los que realmente se sienten frustrados, cansados, estresados, y no encuentran consuelo porque es un mal que no tiene recuperación, al contrario, el enfermo se va deteriorando cada vez más.
  Las situaciones que se van planteando van siendo cada día más complicadas. Aparte del deterioro cognitivo, el cuerpo empieza a no obedecer, no responde cuando se desea caminar con soltura, las manos se vuelven torpes y los movimientos lentos. Es necesaria la ayuda de alguien para ir seguro de un lugar a otro, lo que conlleva que el enfermo cada vez se mueva menos y sus músculos sin uso van a empezar a no responder. Se vislumbra cerca la silla de ruedas. 
  Si el cuidador es una persona impaciente, la situación se complica porque la lentitud con que puede hacer sus cosas la persona afectada le pone nervioso y en muchas ocasiones puede llegar a estallar, cosa que desconcierta aún más al enfermo que no está entendiendo lo que pasa.
   Es importante saber que se debe hacer en cada situación para actuar con conocimientos, aunque eso no quita que más de una vez se pierdan los nervios. El ciudado constante de estos enfermos afecta a la vida del responsable de su salud y bienestar. Al enfermo de Alzheimer hay que vigilarlo 24 horas al día. No sólo por su deterioro cerebral, sino porque ésto irá ligado a otros problemas de salud como, diabetes, afecciones visuales, problemas digestivos, estreñimiento o diarreas, incontinencias, etc...
  Por todo esto el enfermo va a ir dejando de hacer las actividades diarias porque va dejando de tener la capacidad de organizarlas, de ejecutarlas y sobre todo porque su cuidador para evitar desastres le va a ir  apartando de ellas. Se le va relegando al sofá para evitar que ande por la casa desbaratando lo que toca, escondiendo cosas o sacando de los cajones las ropas que hemos acabado de planchar y guardar. Es que no para quieto y se va a caer y será peor, tendremos que ir a urgencias y quien sabe si ingresamos y ya estamos arreglados.
   A ésto unimos que su sensibilidad está a flor de piel y que se siente triste, se siente vacío, se aburre perdido en sus pensamientos carentes de recuerdos que le muestren momentos vividos, ya sean alegres o penosos, que todos van conformando nuestro paso por la vida. Si callan es porque no tienen nada que decir. Su memoria apagada.  No se puede hablar de lo que no se sabe y no recordar es no saber.
   Hay que acercarse como a un niño, buscar algo que le interese, hablarle reposadamente para no agobiarlo y respetar su silencio. En realidad está escuchando y se siente atendido, sabe que estás acompañándolo, que no está sólo. Cuando sienta necesidad de comunicarse lo hará, aunque no pueda con palabras.
    Quiero dar mi homenaje a los cuidadores de enfermos de Alzheimer y mucho respeto y cariño para los enfermos que están tan indefensos y perdidos.

Y mi gran felicitación a mi padre que, apesar de sus quejas, sabemos que cuidar de mi madre es para él la mayor felicidad. Está tan enamorado de ella como hace sesenta años. Por eso no acaba de aceptar que ella no le responda con sus risas de siempre, cuando él le dedica un piropo o le gasta una broma para ver si la saca de su silencio.
  Y mi hermana, Isa, que dejó su vida en Las Islas Afortunadas para cuidarlos. Añora a los amigos y la vida tranquila de Tenerife. No acaba de encontrar su sitio aquí, pero es responsable y sabe que mis padres necesitan de su ayuda. Un abrazo enorme para una gran persona. Yo hago poco, escucharlos, atenderlos cuando puedo y aconsejarlos con lo que voy aprendiendo con la experiencia.
   Yo, que trabajo en la Residencia para enfermos de Alzheimer entiendo que es mucho más difícil cuidar a un familiar.

  21 de septiembre día mundial del Alzheimer

1 comentario:

Elisabet dijo...

Tu sigue así malaje.