(Foto: Alberto Jonquieres)
Este jueves nuestro anfitrión Alfredo Cot nos invita a escribir un relato de tema libre en el que debemos incluir siete palabras incluidas en su propuesta.
Como viene ocurriendo desde hace un tiempo, me levanto casi de madrugada, mis horas de sueño
se han reducido a unas cuantas cabezadas intermitentes a lo largo de la noche y
mi necesidad de dormir ha ido menguando con los años, lo mismo que mi necesidad de comer. Son
acciones que ya no me satisfacen como antes. En cambio, para mí es vital salir a andar apenas
ha amanecido. Es mi manera de despejar
la mente mientras camino sin rumbo fijo por las calles solitarias que empiezan a desperezarse
con las primeras luces del alba, con ese aire matinal refrescado aún por el
rocío nocturno, una lluvia fina que envuelve de gotas transparentes las
hojas de las plantas, ese relente de las noches calmosas que se recuesta sobre el suelo alfombrándolo con un tapiz de húmedad. A veces me sobresalta un chorreo de gotas esparcidas desde las ramas de los árboles
movidas por la brisa, una sacudida que me sacan de mi
ensimismamiento, de rincones perdidos en mi mente donde ando escondido en busca
de respuestas. Qué difícil es vencer los miedos, qué duro enfrentar la realidad,
qué triste que llegue a desearse olvidar una ilusión. He renunciado a soñar por
temor. Me aferro con desespero a daños
imperdonables como excusa para no aceptar que es el miedo el mayor responsable
de las indecisiones. Son las dudas tan responsables como las responsabilidades
que considero ineludibles. Tantos sentimientos se agolpan en mi pensamiento, tantos miedos, tanta incertidumbre, una confusión que me atormenta, que convierte mis pensamientos en una maraña difícil de carmenar. Caminar, pensar, recorrer las
calles como alma errante, regresar a la cruel realidad de la vida intentando olvidar aquellos sueños que creemos imposibles, esperar que un "Alzheimer" piadoso se encargue de llevar a un
lugar recóndito, a un mundo de olvidos todo lo que me está matando en este
momento. De vuelta a casa me sumerjo en una ducha en un intento de que el agua
arrastre fuera de mí todas mis preocupaciones. Vivir en las rutinas es el
engaño que nos hacemos a nosotros mismos para creer que tenemos el control total de
nuestra vida.
10 comentarios:
A veces he pensado (y ahora caminando contigo acompañada de tus palabras también) que muchas veces el deseo de olvidar nos debe conducir a ese estado que es casi un limbo, un no pensar ni recordar. Tal vez sea así y haya cierto voluntarismo como a veces dice que sucede en las enfermedades.
Me gustó leer la peripecia de tu protagonista. Se que tú obras diferente y de ahí tiene más valor el escribir y describir este relato.
un fuerte abrazo, querida amiga Leonor.
Un retrato inquietante de una personalidad sujeta al desequilibrio de unas circunstancias vitales, quizás inesperadas y difíciles de controlar.
Todo dentro de una descripción atractiva y envolvente, como es habitual en su autora, maestra en el análisis de este tipo de situaciones.
Una maravilla.
Magistral como sueles. Tu entrada me ha traído a la memoria una cita de Vicente Blasco Ibáñez: "Tenemos dos fuerzas que nos ayudan a vivir: el olvido y la esperanza."
Besos.
Esta enfermedad es tan cruel, que nada ni nadie por muy infelices que seamos, nos debe abocar a desearla.
Un ben relato aunque muestra una desesperación tremenda que me ha llevado como lectora a meterme de lleno en las circunstancias que vive la protagonista.
Un abrazo.
Hoal Leonor: No te engañes amiga. Nunca tendremos el control ni las riendas de nuestro destino. Es otra mano la que mueve los hilos invisibles que nos hacen actuar,como lo hacemos. Haces bién en salir a pasear al alba, si esto te relaja y te tranquiliza.
Pero no te atormentes en querer alejar de ti, los demonios u otras desgràcias. Porque éstas solo vendrán si han de llegar. Y con la vejez, no te quepa duda que algo se va recogiendo. Es lo mas normal, y no le dés más vueltas. VIVE !!!
Un abrazo enorme y cariñoso.
Un relato muy intenso donde el personaje se debate con sus miedos , pero quien no los tiene , y más cuando se llega a una determinada edad . Muy bueno , me ha gustado mucho la manera en la que vas describiendo todo lo acontecido .Un saludo
Cuanta razón en tu frase final, las rutinas como la forma de creer dominar nuestra vida, como aquello que nos da un cierto equilibrio....y lo felices que somos cuando improvisamos, cuando nos dejamos llevar, es la chispa de la vida. Muy bueno tu relato, besos.
Es verdad, pensamos que tenemos el control de nuestra vida, y eso es imposible no se puede controlar todo, y menos los imprevistos.
Me gustó.
Un abrazo
Un relato pesimista, intimista, en el que las necesidades han cambiado, pero que en el fondo veo optimista, pues caminar por las calles al amanecer es como esperar un nuevo surgimiento de la vida, que tal vez sea diferente de los anteriores.
Besos, amiga.
Gran relato. Serio. Fundado. Seguido y reflexivo. Hace pensar. Excelente contenido en un difícil continente. Gracias por participar. Besos
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