lunes, 1 de mayo de 2017

EL AMULETO



Había subido a la buhardilla con el único fin de buscar en un arcón de madera desvencijado y polvoriento, aquel viejo amuleto que trajo de Egipto. Sacó una caja pequeña de alabastro que guardaba un escarabajo de piedra verde. Se lo habían vendido en un mercado callejero, asegurándole que con él estaría a salvo de cualquier maleficio.  Era hora de darle uso, últimamente estaba percibiendo a su alrededor malas vibraciones. Al principio no quiso alarmarse y pensó que todo era imaginación suya, no estaba pasando una buena época, hacía poco había perdido un amigo y su ánimo no estaba lo que dice en su mejor momento, pero  lo que estaba sucediendo en los últimos meses era el axioma de que las casualidades no existen y todo sucede con un propósito. Tendría que poner atención y estudiar a fondo lo que estaba ocurriendo. Abrió las contraventanas que impedían la entrada de luz y un rayo luminoso cargado de minúsculas partículas volátiles entró desde el techo. Solo quedaron en penumbra los rincones donde se apilaba todo aquello que un día había dejado de ser útil pero que merecía tener su espacio, recuerdos que pasado el tiempo irían cayendo en el olvido.
Cuando bajó de la buhardilla, buscó en su joyero una cadena en la que colgó el amuleto y se la puso alrededor del cuello. Este momento sería el comienzo de una larga búsqueda. En ese instante había sentido una extraña sensación de paz. El frío alabastro sobre su piel había liberado una energía que la tranquilizó.  Ahora sabía que estaba en el buen camino. Y estaba más segura que nunca del axioma de que todo principio tiene un fin. Aquel amuleto era realmente poseedor de un poder que aún no era capaz de explicar pero tenía la certeza de que llegaría al fondo del asunto. 


4 comentarios:

Juan Carlos Celorio dijo...

Perfecto.
¿Continuarás?
En todo caso, besos.

Tracy dijo...

¿Principio de una historia?

Ester dijo...

Que suerte creer en los amuletos. (Yo tengo uno como ese) Y pregunto lo mismo que Juan Carlos. Un abrazuco

Anónimo dijo...

Es verdad que todo principio tiene un fin; pero cuánto dolor puede quedar en el camino...