Esta semana nos encontramos en el blog de nuestra amiga Charo Cortés, ¿Quieres que te cuente? La propuesta es contar una historia en la que intervenga una escalera.
De repente la luz del día había adquirido una tonalidad inusual, un tono amarillo había inundado el aire y de las paredes blancas reverberaban matices ocres que daban a la mañana una luz tenebrosa. Se sintió alarmada y salió al patio para comprobar aquel fenómeno que nunca antes había percibido. Asombrada comenzó a subir la escalera, despacio, parando en cada escalón y mirando al cielo que se ocultaba bajo una capa de nubes densas. A pesar de la inquietud que la turbaba siguió subiendo hasta llegar a la azotea. Fue entonces cuando oyó ruido de motores y dirigió su mirada al oeste desde donde le llegaba aquel sonido que se acercaba hasta hacerse atronador. En aquel instante vio los aviones de guerra que se desplazaban en formación como una bandada de gansos, con sus vientres cargados de muerte. Supo que era el final, su hora había llegado y nada la salvaría de caer destrozada bajo el fuego de aquellos pájaros de acero que la sobrevolaban. Se dirigió hacia las escaleras. Tenía que bajar con rapidez y buscar refugio, se metería en el hueco y con suerte lograría salvarse. En su intento resbaló y cayó rodando hasta golpearse con la barandilla de hierro en un recodo de la escalera y fue en ese momento cuando despertó gritando y empapada en un sudor frío. Al abrir los ojos vio que la ventana reflejaba sobre las sábanas una angustiosa luz amarilla. Cerró los ojos y se cubrió con las mantas hasta la cabeza. Volvió a dormirse y de nuevo comenzó a subir los escalones y oyó el sonido de los motores.