Atraviesa la puerta… Y EMPIEZA TU HISTORIA
Esta es la propuesta que nos hace nuestro anfitrión de esta semana Pedro Pablo.
Apartó la cortina raída que cubría la puerta de madera
provocando una fina lluvia de polvo que con el paso de los años se había ido posando entre la trama de sus hilos. Abrió la puerta que soltó una especie de quejido desde sus goznes tanto tiempo lacrados. Se había prometido no volver a entrar en aquella
habitación. Tuvo que esperar unos minutos a que sus ojos se adaptaran a la
oscuridad. No sabía qué le estaba impulsando a romper la promesa que se había
hecho a sí mismo. No, no volvería a remover aquellos dolorosos recuerdos. Por
un instante estuvo tentado de darse la vuelta y salir de allí pero algo le
detuvo, un olor. Cómo era posible que aún permaneciera aquel aroma que tanto
evocaba en su memoria. Se dirigió a la ventana y descorrió las pesadas telas
del cortinaje que cedieron a su mano con solicitud, como si la hubiesen estado
esperando. Abrió los tapaluces y un presuroso rayo de sol inundó la estancia
que pareció desperezarse ante la claridad ausente durante tantos años. Desde la
ventana miró el camino serpenteante que se perdía en el bosque y se giró con
lentitud, temeroso de enfrentarse de nuevo a un pasado que intentaba olvidar. Su mirada fue recorriendo las paredes sin
premura, observando cada escena plasmada en los lienzos antiguos, posándose en
cada objeto, deteniéndose en recuerdos que en otro tiempo fueron causa de sus
temores. Había tanto que olvidar para poder emprender de nuevo el camino.
Estuvo sentado junto
a la ventana hasta que comenzó a atardecer, la luz se tornó rojiza y a lo lejos
se oyeron graznidos de patos de una bandada que surcaba el cielo en busca de
tierras cálidas. Se había abstraído de tal forma que al volver a la realidad no
supo qué hacía en aquel lugar ni cuánto tiempo llevaba allí. Cerró la ventana y
el cuarto volvió a sumergirse en la oscuridad. Al llegar al salón vio dos tazas
de humeante chocolate y supo que era la hora de continuar con su vida dejando
en el pasado todo lo que le impedía seguir adelante. Ella, con un gesto de su
mano, le señaló que se sentara a su lado
y adivinó que la vida volvía a darle otra oportunidad. El mostraba una esperanzada sonrisa y sus
miradas se quedaron largamente prendidas de un sueño.