Titilaba la llama mientras los ojos curiosos de la niña miraban fijamente aquel cuadernillo de aprendizaje intentando unir los sonidos. Las ráfagas de luz blanca iluminaban cada pocos segundos las paredes de la habitación y una cansina sirena alertaba de nieblas.
En el pequeño pueblo de temporeros, la mayoría de las casas estaban deshabitadas durante los meses en que los atunes recorrían otras latitudes, los inviernos eran largos y solitarios, las noches frías y aburridas. En la plaza del centro, la tienda de ultramarinos y el bar, la Iglesia y el colegio que constaba de un solo aula, en los alrededores algunas viviendas familiares y los humildes cuartos cerrados de los trabajadores de la Almadraba, en la esquina más alejada del pueblo, junto al mar, la casa del farero desde donde se divisa la torre del Castillo de Sancti Petri que alberga la linterna del faro.
Cuando las únicas luces que alumbraban las oscuridades eran las velas y las lámparas de aceite, la pequeña Isabel pasaba horas pegada a una palmatoria, su mayor deseo era aprender a leer para saber que decían aquellos libretos de los que oía hablar a las mujeres en sus tertulias.
Por ser la mayor de las hermanas se vio obligada a quedarse en casa para ayudar y no pudo ir al colegio.
Pasaba el día preguntando a su madre cómo se pronunciaban las letras cuando se unían, cómo sonaba la "m" con la "a", o la "t" con la "o", su insistencia llegaba a cansar a la mujer, pero ella no cejaba en su empeño. Y así poco a poco logró hilvanar, primeros las letras y luego las palabras, y fue su gran aventura, desde su cama, con la vela en la mesilla, primero se enfrascó en la lectura de aquellos fascículos que tanto llamaban su atención y que su padre compraba en sus viajes a Cádiz presionado por la machaconería de la chiquilla. Pero aquellas páginas pronto le parecieron insuficientes y pidió libros. Conoció a Esmeralda la zíngara, a Miguel Strogoff, a Tom Sawyer, al capitán Nemo...., recorrió continentes, dio la vuelta al mundo en ochenta días, entró en tugurios y palacios, descubrió asesinos y viajó al fondo del mar y a la Luna, siempre acompañada por la luz de una vela.
Más velas encendidas en http://brisadevenus.blogspot.com.es/