Era el mes de septiembre. El otoño envolvía con suaves luces el paisaje y el día se presentaba soleado y caluroso como si el verano se negara a abandonarlos. Habían programado la visita a un pueblo de la sierra donde perderse por unas horas lejos de miradas indiscretas. Las calles empinadas fueron durante horas testigos de uno de sus soñados paseos cogidos de la mano como dos adolescentes que caminan juntos por primera vez, mirándose tímidos a los ojos y felices por ver cumplido un deseo gestado durante meses. Incontables las vueltas que dieron por aquellas calles de casas encaladas y verdeadas por infinidad de plantas que lucían generosas flores de mil colores, las veces que pasaron por los mismos rincones, por las mismas plazas, sin darse cuenta, ensimismados, perdidos por callejuelas con olor antiguo, algunas con un rancio sabor medieval que impregnaba cada piedra. Sus murallas delataban su pasado mezcla de culturas diferentes, en perfecta armonía se habían ido enlazando el pasado con el presente. Un lugar para admirar pero que ellos estaban recorriendo sin prestar demasiada atención. Era como si el mundo de alrededor hubiera desaparecido, como si las gentes se hubieran esfumado y fueran los únicos seres en un universo ilusorio. Todo era mágico, entre ellos fluía una energía que solo puede emanar de los enamorados. Al atardecer, cuando llegó la hora de emprender el regreso, se sentían dichosos e ilusionados. Aún quedaban unas horas para abandonarse el uno en brazos del otro hasta fundir sus almas. Aquel fue un día de ensueño.
9 comentarios:
Que interesante paradoja que el lugar fuera propicio para que se concentraran en sus emociones, tanto para olvidarse del lugar.
Un abrazo.
Qué hermoso día de ensueño, fundiendo sus almas, abandonándose uno en brazos del otro, me ha parecido muy enternecedor tu viaje.
Un beso.
Un relato precioso, lleno de ese toque de poesía que tienes tú. Hace mucho que no vivo días así...!mecachis¡...pero sí los he vivido y sé lo que se siente. Lo has transmitido muy bien.
Muchas gracias por participar.
Un beso
Lo que resulta mágico es el estilo narrativo de la autora, que combina el realismo y la poesía, envolviendo al lector y dejando latente el deseo de seguir enganchado al relato que presenta con tanto arte.
Definitivamente el registro de los lugares, las personas, arquitectura, etc lo hacemos los adultos en momentos emocionalmente estables de la vida, a los recién enamorados les sirve de marco cualquier paisaje..
Me ha gustado lo que les pasa a los protagonistas de este viaje!
Beso Grande Leonor
Me encantan esos días de ensueño en los que parece no importar mucho ni el tiempo ni el lugar, sólo ese dejar fluir y dejarse llevar. Precioso tu relato, besos.
Esos bellos pueblos blancos de nuestra Andalucía. Me pierdo contigo en ese pueblo y con tu relato. Besos
¡Hola Leonor!
Me alegra haber visto tu paso por mi blog, y... ¡qué bonita participación diste con el tema de los viajes!
Me ha gustado mucho refugiarme en tus palabras y, espero verte de nuevo mañana.
Un beso preciosa,
Noa
Preciosa descripción de los sentimientos que desbordaban tu corazón en aquel viaje. El encuentro deseado de dos amantes. El fruto de la espera. Sin duda un buen recuerdo.
Un abrazo fuerte
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