Esta semana en la tertulia Rayuela hemos hecho un ejercicio de escritura a partir de un fragmento del libro de Umberto Eco.
Me desperté cuando estaba por sonar la hora de
la cena. Me sentía atontado por el sueño, porque el sueño diurno es como el
pecado carnal: cuanto más dura mayor es el deseo que se siente de él, pero la
sensación que se tiene no es de felicidad, sino una mezcla de hartazgo y de
insatisfacción. Me
asaltaba un remordimiento por las horas perdidas. Quité la alarma del reloj que
había programado por si me quedaba dormido demasiado tiempo. No quería pasar la
noche en vela.
Me levanté de la cama lentamente y apoyando los dedos en las zapatillas
fui reptando hasta tocar con ellos el fondo.
Me puse de pie con desgana, sin fuerzas para enderezar las piernas y caminé
desgarbado hasta el cuarto de baño. Una ducha de agua tibia me sacó de aquel estado
y empecé a sentirme mejor. Me serví una cerveza, sentía la boca seca y di un
largo buche con avidez. Cerré los ojos y
tragué aquel líquido frío con tal celeridad que al pasar por mi garganta me
provocó un espasmo. Me asomé a la ventana. Ya estaba oscureciendo. Las farolas
estaban encendidas y las personas que pasaban iban apresuradas porque empezaba
a lloviznar. Me extrañó que mi compañero no hubiera vuelto de clase y con algo
para cenar. En ese momento oí la puerta
y él entró como una exhalación corriendo hacia su cuarto. Traía las ropas
manchadas y su aspecto general era desaliñado.
–Perdona, ahora te cuento. Y se perdió por el fondo del pasillo.
Me quedé junto a la ventana, expectante, y esperé a ver qué había ocurrido para que
entrara de esa forma y con tal descompostura. Pasaban los
minutos y mi curiosidad iba en aumento.
Cuando Marcelo entró en el salón ya estaba más tranquilo. Presentaba una
expresión relajada, se había aseado y
cambiado las ropas. Se disculpó por no haber podido parar en el camino para
comprar la cena.
–Te propongo que salgamos a tomar algo. Y así de camino te voy contando
lo que ha sucedido en los jardines del campus.
-Perfecto, me visto y salimos pero empieza ya a hablar que me tienes en
ascuas.
5 comentarios:
Ahora somos nosotros los q nos hemos quedado en ascuas !
Gracias, no obstante jeje, Leonor.
Ha sido un gustazo oirte.
Saludos.
Fer.
Un trabajo formidable. Qué envidia...
Unos ejerccios de talleres de narrativa, que ayudan muy mucho a los aficionados a la palabra escrita. Genial!!!
Siempre me ha dado envidia de las personas que se apuntan a talleres de escritura, o poesía, pero soy demasiado vaga para apuntarme. Felicidades un buen trabajo. Abrazos
Muy buen emprendimiento!!
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