Esta mañana hemos ido prontito a casa de mamá. La pillamos recién levantada, esperando como cada día que mi hermana Isa llegara para asearla y vestirla. Mi padre le había puesto la insulina y dado su desayuno.
Mi madre es una mujer tierna, habla bajito y siempre está sonriendo. Sólo se queja por sus dolores pero nunca protesta por nada, todo lo que hacemos le parece bien. Es muy prudente y nunca la he oído hablar de nadie. Ella vive su vida junto a mi padre que es el centro de su mundo y sin el que se siente perdida.
Está olvidando poco a poco, vive el presente día a día y sus recuerdos se remontan en el tiempo, pero sigue teniendo el carácter dulce que ha tenido toda su vida. Conserva esa amabilidad que sólo poseen las buenas personas.
Da gusto estar a su lado porque transmite tranquilidad.
Su piel sigue siendo suave y suele tener los mofletillos coloraditos, como una adolescente ruborizada. Tiene unas manos preciosas. Ella contaba que un escultor muy famoso de aquí, se había inspirado en ellas para hacer las manos de una virgen.
Cuando nos reunimos intentamos que lo pase bien y se ría, y riendo ella ríe mi padre que la ama más que nada en el mundo y está sufriendo más que nadie su deterioro, y cuando nosotros los vemos felices se nos alegra el alma y sentimos que son las dos personas más grandes del universo.
Así es mi madre y me ha apetecido dejarlo por escrito como un homenaje a una mujer buena y por si alguna vez yo también olvido.
Y ahí nos tenéis juntas a cuatro generaciones, Charo es mi madre, Elisabet es mi hija, Paula es mi nieta, y yo, Leonor, que las quiero a rabiar.
3 comentarios:
Muy hermoso el homenaje que haces en tu blog a tu madre, con el cariño que lo expresas seguro que se lo merece.
Los que la perdimos hace muchos años en este día nos queda el recuerdo también de la buena madre que tuvimos.
Besos.
Leonor precioso homenaje a tu madre. Cuatro generaciones en una fotografía para el recuerdo. Disfrutemos de ellas mientras esten junto a nosotros.
Un abrazo.
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