Con un día de retraso pero aquí estoy
Tenía la esperanza de que al despertar todo hubiera sido una pesadilla pero no, la situación es la misma que hace unos meses con la diferencia de que ya se ha puesto en marcha el protocolo de sanamiento. Afortunadamente ya existe cura para este mal pero hay que tener muchas fuerzas para enfrentarse al martirio que supone el tratamiento. Desde este corazón encogido que tengo ahora os digo que tengo miedo, que intento hacer bromas con todo lo que me duele para quitarle importancia y para que mi familia no sufra y me vea valiente, siempre he sido muy orgullosa en ese aspecto, me gusta que me vean animada.
Desde este corazón que ya no es joven y ha vivido muchos momentos buenos y no tan buenos os confieso que tengo las ideas como un ovillo de lana en manos de un gato, me bullen pensamientos enfrentados, pienso si tendré suficiente coraje para no desarmarme y caer tan profundo que no tenga fuerzas ni ocasión de salir, en cambio otras veces me veo capaz de enfrentarme al mismísimo Atila.
A lo largo de mis años he tenido problemas graves de los que he salido sacando fuerzas no sé de dónde. Ahora no va a ser diferente, pasaré días de "por favor que alguien me de un mamporrazo en el coco y acabe con esto".....y, seguramente a continuación, aterrorizada ante tal pensamiento, pida una mano que apriete la mía para ayudarme a caminar.
Cuando el lunes me pongan el primer gotero de vida intentaré pensar que cada mililitro de líquido que entra en mi cuerpo es un día más de estar disfrutando de lo que más me entusiasma, la naturaleza, las puestas de sol, el paso de las estaciones, los paseos por la playa junto a mis perros, el café recién hecho de la mañana, las horas de repostera junto a mi nieta mientras le voy contando cosas de familia, anécdotas que antes me han contado a mí y que ella podrá transmitir a sus descendientes, así pasa en todas las familias, es la historia oral que mantiene vivos a los que se fueron.
Amigos blogueros, en muchas ocasiones lo que me ayuda a sacar de mis pensamientos esta situación tan desagradable es pensar en que os tengo cerca, al otro lado de mis palabras, y que cada vez que me siento ante el teclado para escribir lo hago con el corazón. Las horas que dedico a leeros y comentar vuestros escritos me ayudan enormemente a seguir adelante. Espero tener fuerzas para seguir acercándome cada jueves a vuestros corazónes.