Día de Reyes en casa de mis padres.
Llegados por fin al día de reyes empieza a respirarse la vuelta a la rutina y la tranquilidad.
Es obligatoria, que no tediosa, la visita a casa de mis padres para reunirnos los hermanos con sus respectivas familias, y..., tempranito porque mi padre se levanta con el alba y se le hace eterna la espera. Mi padre que tiene un carácter endiablado y un corazón descomunal.
Todos los años junto al regalito nos obsequia con un texto, habitualmente humorístico, dirigido a cada uno de nosotros, con lo que se asegura un rato
divertido.
Después tengo que salir camino de San Roque para llevar los regalos a mis nietos y sus padres, es decir, mi hija y su marido. Allí coincidimos con otros miembros de la familia que siempre es gratificante y pasamos una jornada realmente agradable. Muchas risas, mucha comida, muchos regalos y sobre todo mucho cariño. Por la tarde volvemos a casa donde nos reciben con miles de saltos y lametones mis dos perrillos y tras una relajante ducha llega el merecido descanso a un día lleno de sorpresas. Y lo mejor es que queda todo un año para tener que soportar otra vez estas fechas.
En casa de mi hija.
Al día siguiente empieza el desmontaje del belén y demás adornos navideños que pasan a sus acogedoras cajas donde viven el resto del año. Candelabros, manteles, bolas, móviles de conchas, velas, casitas de luz, etc...todo queda situado estratégicamente para que el próximo año no haya que andar horas buscando dónde está cada cosa.
Y, ahora es cuando realmente empezamos el año, ahora, con la casa desadornada, con los proyectos a punto de ser puestos en marcha, aunque no se terminen, con la satisfacción de las horas vividas con los seres queridos.
Y con las ganas de luchar contra viento y marea para llegar al puerto elegido, la vista siempre en la luz del faro para evitar el choque con los escollos y asegurar el rumbo. Segura de no perderme, no podrá conmigo el abatimiento. Si hay deriva corregiré la trayectoria, si se paran los motores desplegaré las velas, si mi brújula pierde el norte, sacaré el sextante, si hay niebla agudizaré el oído para escuchar las sirenas, si flaquean mis fuerzas para mantenerme junto al timón, encontraré timoneles, si me abordan los piratas.....les haré una cena que se van a chupar los dedos y hasta el garfio.