Playa de Camposoto o del Castillo, San Fernando, Cádiz.
PASEANDO RECUERDOS
El rumor del mar acompaña su
solitario paseo mientras su mirada puesta en el horizonte despide los últimos
rayos de sol que se resbalan sobre las aguas doradas. Así camina un hombre
bueno, acompañado de sus recuerdos, con el pensamiento perdido en otro lugar y
otro tiempo. A veces cierra los ojos y espanta los dolorosos momentos para no
sentir en su alma la puya que la atraviesa, y,
vuelve al presente, y disfruta de
ese astro ya semicircular que se va perdiendo tras el mar, siente su cálido
abrazo y sabe que merece la pena vivir aunque sea en soledad, con el corazón
infartado por los golpes recibidos, con el puño que aprieta su garganta para
evitar que de rienda suelta al grito que le ahoga, con esos sentimientos que a
veces provocan un odio que no puede permitir porque a quien daña más es a sí mismo.
Le han quitado parte de su vida,
ha perdido su hogar, el que se hace día a día, el que agrupa a sus moradores en
torno a instantes felices y a ratos de aflicción, pero todo une, la alegría y la pena, la tristeza y el gozo,
el júbilo y el quebranto, todos son sentimientos que acompañan la existencia.
Pero ahí, dentro de su ser hay un hombre orgulloso de seguir su camino con el
rostro mirando al frente, con su imperturbable
dignidad, porque al hombre nadie
podrá quitarle su honra, su decencia y decoro, la grandeza de los seres
honestos es inalterable.
No es necesario el halago y la
lisonja ajena para aquellos que se saben honorables porque es algo que emana
desde dentro y casa con los principios. El amor propio le enaltece a pesar de
los intentos que hagan por hundirle.
Así el hombre camina sobre la
arena mojada, a veces salpicada de espuma blanca que acaricia sus pies
desnudos, enredando en sus recuerdos sigue su lento recorrido iluminado
por las últimas luces del día y
acompañado por su dignidad, su más preciado tesoro, eso que nadie tiene el
poder de quitarle. A veces le sorprende alguna gaviota que pasa de refilón o un
grupo de chorlitejos que camina a paso
ligero por la orilla desviando los pensamientos del hombre que disfruta de las
sencillas imágenes que le brinda la naturaleza. Y es que solo las almas
cándidas saben sentir la felicidad con las cosas pequeñas, como cuando mira al
cielo y sonríe ante una gran nube que asemeja un algodón de azúcar y recuerda a
sus hijos en las fiestas, cuando iban con las manitas pegajosas, arrancando
trozos de esa espumosa maraña de hebras dulces en torno a un palo. Y sus
recuerdos van y vienen de forma aleatoria, y es feliz, porque está vivo y eso
es muy grande.
Al llegar junto al camino que le
lleva de vuelta a su casa, se vuelve para ver
sus huellas y despedirse de ese mar que le arrulla en su soledad.
Este relato es una reedición, lo tengo publicado en el blog con la etiqueta de Relatos y el título Paseando recuerdos, pero sé que l@s juever@s, salvo un par de ellas, no lo han leído así que he aprovechado el tema para que lo conozcáis.
Nos leemos en Letra a letra, paso a paso...
12 comentarios:
Te agradezco que lo hayas reeditado, me ha emocionado su final.
Yo no lo había leído pero como lo has reeditado he tenido el placer de sumergirme en sus palabras y sentir como siente ese hombre que pasea recuerdos. No sabes cómo lo entiendo!!!
Un beso salado.
Ha sido muy emotivo leer tu relato, aunque sea una re edición, bien por volver a publicarlo!
=)
Bonito y nostágico relato. Esos paseos por el mar servirán a ese hombre bueno de acicate para seguir hacia adelante.
Un abrazo
Tu relato es muy conmovedor. Me gusto acompañar a tu protagonista en ese paseo disfrutando sus pensamientos y el paisaje. =)
Besos
Ese deambular por la vida, se convierte en el íntimo pensamiento del personaje. Un bello relato, que pone de manifiesto lo importante que resulta ser uno mismo, satisfecho precisamente de quien se es, sorteando los avatares que el destino le va poniendo en el camino.
Suerte que lo reeditaste!
Besos!
Gaby*
¿Debe ser el sonido del mar, similar al que escuchamos en el vientre materno?
Gracias por re-publicarlo.
Me marcó la tristeza del buen hombre.
Un beso y tu cafelito con cariño.
Un relato precioso! Los paseos por la playa invitan a la reflexión y a recordar momentos, tanto buenos como malos. Lo has contado muy bien.Un beso
"y es feliz, porque está vivo y eso es muy grande"
Con ésta sola frase ya me has ganado.
Un beso
Es precioso. Pasear los recuerdos por la playa... quien no lo ha hecho. Dejar que el agua se lleve nuestro temores y mirara a ese horizonte de esperanza... bellísimo relato.
Un beso
Un relato precioso Leonor. La verdad que las separaciones son muy duras. Demasiado para algunas personas poco fuertes. Sin duda ése hombre volverá a encontrar una buena amiga.
Muchas gracias por participar en mi convocatoria.
Un beso grande
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