viernes, 2 de septiembre de 2011

YA SE SIENTE EL OTOÑO


Atardecer lluvioso

   ¡Cómo se agradecen las primeras lluvias!.
   No me imagino vivir en un lugar de la tierra donde no se aprecien los cambios estacionales. Me gusta ir percibiendo las distintas estaciones del año. Pasar del calor sofocante a las temperaturas suaves del otoño. Ver cómo van cambiando la sombras proyectadas por el sol, cómo se alargan y estilizan. Me gustan los colores del atardecer. La brisa que llega del mar con olor a viento del sur. Me gusta el aroma que emana de la tierra mojada, de las hierbas. Me gusta el frescor que envuelve el ambiente.
   Se respira con más ganas, inundando los pulmones de aire limpio, renovado.
   Esta tarde, con la ventana abierta, he visto llover como quien viera ese fenómeno por primera vez. Me he sentido feliz oyendo el chaparrón sobre los árboles del jardín. He disfrutado con el tronar de las nubes.
  Estaba en el trabajo con mi grupo de abuelos, que a veces me sacan de quicio pero que siempre me alegran el espíritu. Son como niños, apenas recuerdan el pasado y viven en un continuo desconcierto, pero son tan agradecidos que das por bien empleados cada uno de los días que pasas a su lado, ayudándolos a no estar tan perdidos en el mundo.
   Te cansas de contestar una y mil veces la pregunta rutinaria de cada uno de ellos, pero siempre contestas, aunque sepas que al momento van a olvidarlo y volverán a preguntar lo mismo. En ese instante se quedan tranquilos y te besan y te dicen cuánto te quieren por estar ahí, junto a ellos, para quitarles ese miedo que los invade.
   Me gusta hacerles dulces y ver los ojos de felicidad que ponen cuando ven los bizcochos, las magdalenas o las galletas que les llevo para merendar. Endulzar su vida es también una buena terapia.
   Esta tarde se sorprendían por la lluvia y los truenos. Se preocupaban por su regreso a casa, nunca saben cómo van a llegar a sus hogares. Cada día es la misma historia. Pero es tan gratificante para mí que no elegiría ningún otro trabajo.
  

1 comentario:

Lola Polo dijo...

Y que razón tienes, Leo, no hay mayor satisfacción en este trabajo, que ver felices a nuestros abuelos y llenos de gratitud
Un beso

Lola