lunes, 19 de septiembre de 2011

LA GRANADA


La granada una de las frutas divinas.


   " En Granada hay un convento, que de monjas hay más de un ciento. Y por un velo muy sutíl, se ven monjas más de mil." 
     Una de las adivinanzas más bonitas que tenemos entre nuestros acertijos populares.
    
   Ya está el otoño a la vuelta de la esquina y los frutos de la época comienzan a verse en los mercados. Las granadas, chirimoyas, membrillos, nueces, castañas, etc.. todo un alarde de la naturaleza. Un "milagro" que ocurre año trás año.
  Así como la primavera llena de colores los campos y las plantas presumen como una recién casada mostrando la pequeña protuberancia que delata su estado de buena esperanza, el verano y el otoño nos muestran los apetecibles retoños. De higos a brevas, como dice el pueblo llano, todo un ciclo de la vida.
  En el verano aparecen las sandías y melones que han crecido como locos, llenándose de refrescante jugo para atemperarnos en los agobiantes calores.
 Las cerezas, ciruelas, melocotones, nísperos, peritas de San Juan, perillos, acerolas, azofaifas, y un sin fin de frutillas ya están dulces gracias al calor del sol, y las uvas comienzan a hacerse pasas llamando la atención del vendimiador.
 Los calores van dejando paso a temperaturas más suaves, el sol camina más cerca del horizonte cansado de su largo camino estival, y los árboles empiezan a ofertar los frutos de septiembre y octubre. Pronto caerán sus hojas y se prepararán sus ramas para acoger los nuevos brotes que nos alimentarán la próxima temporada.
   Es estremecedor ver las granadas abriéndose de puro madurar en su rama, que apenas puede con el peso del fruto. Sus granos rojos se muestran al observador sabrosos y jugosos. Que es vigorizante, rejuvenecedora, antiinflamatoria, es importante,  pero lo que llama poderosamente la atención, es su belleza.   Al cogerlas del árbol su piel es de un color marrón claro y de tacto suave. Cuelgan de manera exótica y forman un conjunto de gran vistosidad, por algo se ha tenido siempre como uno de los más bellos árboles ornamentales.
   Qué bonita palabra es "desgranar",  tanto en su sentido literal como el figurado, sacar el grano, rebuscar lo que se esconde en el interior y descubrir sus entresijos, sus misterios.
   Cuando me pongo a desgranar, sea el fruto que sea, siento una maravillosa sensación de tranquilidad.
Me relaja sacar de su vaina los chicharitos y las habas y es un placer vislumbrar el interior de una explosiva granada a través de una grieta abierta en su piel,  y comenzar a sacar los pequeños granillos rojos que al morderlos explotan en la boca soltando su delicioso jugo.
  

1 comentario:

Lola Polo dijo...

Solamente he comido una vez acerolas, las llevó una compañera al trabajo, y el otro día las ví en un puesto de fruta, pero no sé que son azofaifas.
El otro día comí, chirimoyas,¡¡me encantan!!

Por cierto, Leo, hoy he hecho la tarta de galletas, flan y chocolate :) ya te contaré

Un beso

Lola