María
llevaba unos años separada de su marido porque le hacía la vida imposible. Era
un hombre díscolo, lo echaban de los trabajos porque era incapaz de aceptar una
orden, él prefería ir a mariscar al Caño18
y vender las coquinas en la puerta de cualquier güichi en el que después se
bebía las ganancias.
María
y sus tres hijos varones tuvieron que
irse a casa de la tía Rosario en el barrio de la plaza, a la espalda del
ayuntamiento. La hermana de María era mayor que ella, viuda con
tres hijas.
Rosario tenía un puesto de verduras en la plaza y todas las mañanas madrugaba para ir a
las huertas a comprar lo que luego vendería para ganarse unas pocas pesetas. Con
la llegada de su hermana y los niños se juntaban ocho a la mesa y las ganancias
de la venta diaria no daba para tirar cohetes, así que en su casa vendía
chucherías y polos de hielo que hacía en la nevera con gaseosa de naranja.
María
estaba triste, ella no iba al puesto, se quedaba haciendo el cuerpo de casa y
se encargaba de la cocina, y por las tardes paseaba hasta el cementerio. Pasó
el tiempo y María se veía más alegre, cuando restregaba la ropa sobre el lavadero
de madera solía cantar por lo bajini, y a diferencia de la dejadez en su
cuidado personal de unos meses atrás, ahora se cuidaba con esmero y andaba bien
arregladita. Pronto
empezaron los cuchicheos, que si María
tendría un enamorado, que si debía tener cuidado que ya sabía cómo se las
gastaba el Paco, su marido, que cualquier día se acercaba por allí y sabe dios
de lo que era capaz, que ya se sabe que los hombres se vuelven locos cuando las
mujeres hartas de aguantar, deciden dejarlos...
Rosario, preocupada por los comadreos, decidió seguirla una tarde y no podía creer
lo que vieron sus ojos, María se veía a escondidas en el cementerio con el Paco
y estaba embarazada de nuevo.
Paco
seguía siendo el tarambana de siempre y un embarazo sin marido sería la
comidilla del barrio, Rosario no podía permitir que la honradez de su hermana
fuera puesta en entredicho y decidió que el embarazo no podía seguir adelante,
así que ella misma con ayuda de una conocida que hacía abortar con yerbas,
prepararon el bebedizo. María tuvo unas hemorragias tan abundantes que se quedó
lívida y unas fiebres se la llevaron junto con la criatura.
El día del entierro María dio su último paseo hasta el cementerio, esta vez sin disfrutar de la
sombra de las moreras que bordean el camino. Paco, ebrio de rabia y de manzanilla observaba desde lejos la comitiva fúnebre.
Bajini, hablar en voz baja.
Güichi, pequeño local donde se bebe principalmente vino y que solían frecuentar solo hombres.
Más relatos en el blog ¿Quieres que te cuente?, de Charo Cortés
Güichi, pequeño local donde se bebe principalmente vino y que solían frecuentar solo hombres.
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28 comentarios:
Un triste gran relato Leonor, te felicito. Dos muertes injustas, la de la madre y la del bebé. Y un esposo triste con una pesada carga que llevar..... ¡excelente!
Muy triste, dos vidas perdidas y la de Rosario arruinada. de por vida.
Pero claro el relato es muy bueno
He disfrutado leyéndolo, algo tan real, tan real, como la vida misma. Besos.
Triste, pero triste del todo. menos mal que no es una situación común en el común de los mortales. Pero como argumento para una entrega fúnebre, te ha quedado bordado. Enhorabuena.
Un beso
Pues no están tan alejadas de la realidad estas historias, Leonor. Casi realismo galdosiano.
Un abrazo y tu cafelito.
Un buen relato que refleja la triste situación de muchas mujeres, un problema que a día de hoy, nadie ha sido capaz de resolver.
Un abrazo.
Una historia que representa bien la Isla profunda,quizás la raiz del ploblema de estos hombres desgraciados habría que buscarlo en la educación machista de sus madres, esas madrazas del franquismo que desgraciarón a sus hijos y sus mujeres.
Hay casos como los expones,no creas. pero lo has expuesto tan bién que he gozado con la letura.
Saludos amiga
El texto es una realidad cruel de la vida. Está bien escrito y en cada línea me ha transportado a mi niñez, viendo las historias semejantes a las de tu texto que surgían a mi alrededor.
Enhorabuena por escribir tan bien la vida.
Besos
Siempre me haho la misma pregunta: Porque los canallas resultan tan seductores para alhunas mujeres.?.
Una historia muy bien planteada y escrita Leonor.
Un abrazo.
Tiene tu relato un olor a patio de vecinos, a comadres, a gitanillas y puchero que hace viajar en el tiempo y el espacio, a pueblos en el que todo se sabe y los secretos son peores que la muerte. Triste y estremecedor relato.
Muy triste y muy real, lo has descrito muy bien, nos has llevado allí!
Una pena...
Muchos besos!!
Triste y desgarrador relato que aúna el tema exigido con el repetido problema de la mujer que no sabe oponerse a las arteras artimañas del marido y que sigue sojuzgada a el, a pesar de sus defectos.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Qué historia Leo! Lo que puede el temor a las habladurías, cómo ciertas personas toman decisiones sobre otros como si fueran artífices del destino de los demás. Todo un relato el que nos ofreces, muy bien contado y que bien deja, esa desazón de impotencia ante la injusticia. Imagino que la tía Rosario, habrá ido a llorar sobre la tumba de María proclamando un perdón que jamás escuchará! Negra conciencia le ha tocado.
Besos:
Gaby*
El final me ha dejado chafada, pues yo ya imaginaba un final feliz para la historia...pero he disfrutado mucho leyéndolo.Enhorabuena y muchas gracias por participar.
Un beso
Pásate por mi blog http://rhodeablason.blogspot.com.es/. Te ha correspondido un premio. Felicidades
Rhodea Blason
Una historia que termina trágicamente. Qué pena que María haya reincidido con Paco ya que poca suerte había tenido con él, y más pena aún que Rosario haya tomado determinaciones por miedo al que dirán. Una historia triste, pero muy bien contada.
Un beso
El famoso y malparido "Que dirán" las cosas que ha provocado y que sigue provocando, en este caso un final demasiado triste.
Un relato fantástico Leonor, lleno de emociones y frustraciones. Bien encarado y resuelto.
Un beso enorme.
Siempre "el que dirán"...
Por su causa muertes abortos mal fraguados, niños sin madre... ¡un drama bien relatado!
El relato plantea muchos interrogantes, los prejuicios y el que dirán, pesan mucho todavía en nuestra sociedad.
Muy bueno querida amiga.
Besos
Pobre María, nunca fue libre para decidir su vida, atada a un marido incapaz de ofrecerle una vida juntos, ni separados y una hermana más preocupada del que dirán. Buen relato compañera. Besote
Un relato precioso Leonor, lleno de palabritas que ya no se escuchan. Una historia muy real como muy triste,.
Un abrazo.
Muy buena historia, Leonor, enhebrada con abundancia de detalles.Ha sido un placer leerla. Un abrazo
Me ha sonado tan real tu historia, contada con tanto detalle, tristes personajes con tristes destinos y todo por el qué dirán.
Un beso
Auténtico cine negro, popular, sólo con el verde de las moreras, testigo mudo de los amores de María.
Pudo ser ayer, en cualquier pueblo de España... y maldita la gracia!!!
Besos
El cementerio como lugar de romances clandestinos y vaya si éste era clandestino y con terribles consecuencias.
Buen relato, amiga. Besos.
Qué pena, pobre María. El señor amor haciendo de sus víctimas, aunque su hermana aquí, le dió una linda manito...
Una buena historia, contada siempre con esa riqueza de lenguaje que te caracteriza.
(No te he dicho aun, que los faros son una imagen que adoro y que supongo que tu libro, vale la pena tenerlo a mano. Felicitaciones.)
Un fuerte abrazo
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