Cuando llegaba el verano los hijos del farero vivían la mejor época del año, las aguas del caño de Sancti Petri con la marea alta llegaban hasta el muro que quedaba al lado de su casa y desde allí los hermanos se lanzaban al agua en medio de una feliz algarabía. Charito era de las más pequeñas y sus risas podían oírse desde la casa e incluso desde la Batería de Urrutia que queda al otro lado del caño. Con su bañador de rayas azules y envuelta en una toalla se acercaba al borde del muro para darse un refrescante baño con el que aliviar los calores del cuerpo y alegrar el espíritu. En el pequeño pueblo atunero había pocas diversiones y los juegos en el agua eran de lo más estimulante. Los infantes se zambullían, nadaban, buceaban en busca de almejas y las mañanas veraniegas eran memorables. Y la más memorable fue la del día en que Charito se puso a gritar como si estuviera ahogándose para asustar a sus hermanos, lo que ella no esperaba es que el pastor alemán, de nombre Telefunken como la primera radio que hubo en casa del farero, fuera a lanzarse al agua en busca de la niña y la sacara cogida por los pelos. Cuanto más tiraba de la melena de la chiquilla más chillaba ella y más esfuerzo hacía Telefunken por ponerla a salvo. Cuando la soltó en la orilla, alarmados por el griterío de la niña y del resto de muchachos que se estaban bañando, los padres acudieron a la playa para ver que ocurría y consolaron a Charito que lloraba de dolor y de rabia pero le estuvo bien empleado por querer asustar a sus hermanos, y así se lo hicieron saber sus padres.
ESCENAS PLAYERAS EN EL BLOG "Y NACIMOS CASUALMENTE"
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16 comentarios:
No duda que serrían unas h¡jornadas memorables.
Quiero imaginar esos veranos en el faro, tus faros cada día me llaman más la atención.
Gracias Leonor por enseñarnos sus historias.
Un abrazo.
Seguro aprendió a no intentar alarmar cuando no hay razón verdadera!
=)
Se lo debían de pasar de fábula; aunque lo de la niña fue un verdadero castigo por jugar con fuego.
Muy entrañable
Un abrazo
Es que es algo que hay que aprender, mi niña cuando se mete en el agua parece que le da un telele raro, chilla, patea, salpica con los brazos, da vueltas gritando, salta aullando... su mayor felicidad, el agua. Menos mal que siempre estoy delante de ella porque la sacaría el socorrista espantado.
Un abrazo, compi.
Precioso relato. Que perrito tan audaz, y bien hecho, aunque charito llorara de dolor, su lección recibió por mentirosa.
Saludos
Pobre Charito. Menudo perro que la auxiliado.
Muy bella escena.
Un beso.
Lo bueno de la playa, es que siempre estará ahí (creo) y escenas como esta se repetiran para gozo de los que con el tiempo tengan que contarlas y el disfrute de quienes tengan que escucharlas.
Besos
Parece que estoy viendo el chapoteo de esos niños vigilados por el faro y la trastada de la chiquilla, con reprimenda, supongo...
Un beso
me encanta el sabor a sal de tu relato y esa añoranza de los buenos momentos vividos y ese perro con ese nombre, divino. Me encantó ;-) besotes
Soleados recuerdos con enseñanza final.
Un beso.
Que buena historia y que bien contada. Me ha encantado, he podido ver hasta la escena del perro tirando de los pelos de la chiquilla. Muy bueno.
Saludos.
Suponía que en tu texto no podía faltar un faro. Una simpática anécdota que esa niña siempre recordará. Un beso.
Aprendió en ese corto intervalo de tiempo dos cosas importantes. Que no se debe fingir desgracias para reirse de los demás y que los perros son tremendamente fieles a las personas que los quieren.
Un bonita escena playera, pequeño botón de muestra de las cientos de ellas que debes haber experimentado.
Un fuerte abrazo.
hace 21 años me ahogué de verdad...¡cómo para no dar de leches, con perdón, a una niña, por muy niña que sea, que simula un ahogamiento!
agggg..
medio beso.
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