OLORES QUE TRAE EL VIENTO
Las gentes de mi isla están acostumbradas a los vientos, a los fuertes vendavales de levante, al húmedo viento del sur, a los ponientes suaves y, un poco menos, a los frío nortes. Desde siempre el levante ha estado ligado a nuestra forma de ser. En cierta ocasión me dijo una gitana, -"n'ezte pueblo hay muxo zuicidio por curpa der levante que mos trae loco". No sé si aquella mujer contaba con datos estadísticos, cosa poco probable, o si era adivina, que es más propio de su etnia, pero es cierto que es un viento que aturde, que cuando sopla durante varios días nos desquicia. Además suele asistir a todas nuestras celebraciones, no hay fiesta en la que no esté presente, acude el primero a la Feria del Carmen, nos acompaña en la Semana Santa, para desesperación de los "enciende velas", pasa largas temporadas del verano soplando en la playa, llevándose por delante toallas, sombrillas, sillas, pelotas, y cuanto pueda trasladar de un sitio a otro, a la vez que, cual máquina de chorreo natural nos golpea sobre la piel con una inaguantable intensidad. Es molesto pero forma parte de nuestra vida, sin él no estaríamos rodeados de salinas, un entorno inigualable, ni vendrían a nuestros esteros las aves que tanto embellecen este paisaje.
Pero de lo que quiero hablar es de los olores que nos traen los vientos, cuando sopla el sur se huele el mar, humedad y sal, aire fresco que pronostica lluvia. Son olores de marisma, de sepina, de fangos, de esencia misma de esta isla, olores que en las tardes de primavera se mezclan con el azahar de los naranjos que adornan las calles, símbolo de nuestro pasado andalusí. El viento del sur trae efluvios de tierra mojada, y aroma de incienso que se adelanta a la semana santa. El viernes santo siempre está amenazado por aguaceros que obligan a los cofrades a estar atentos al cielo mientras consultan nerviosos el pronóstico del tiempo.
El norte huele a frío, a nieves, a chimenea, a bufanda y guantes. Llega desde tierras heladas, viene buscando la calidez de la costa gaditana. Los días de norte, los cañaillas(1) nos acobardamos, no estamos acostumbrados a las bajas temperaturas y vamos por las calles como "alma que lleva el diablo", no paseamos, corremos.
El poniente es un viento tímido que suele aliarse con el sur para empujar las nubes que llegan del oeste, habitualmente no es impetuoso aunque a veces llega con una energía inusitada. Con el poniente se soportan bien los inviernos y se puede vivir en verano, permite pasear y disfrutar de la playa y no nos obliga a parar nuestro ritmo porque es un viento favorable. Diría que el poniente huele a tranquilidad, a suaves brisas marinas, a alegría y diversión.
El levante es un viento árido, que nos reseca la garganta y nos alborota el pelo. El viento del este se respira cálido y polvoriento. Huele a salinas, a sepina seca de las marismas, a ráfagas de hedor de los desagües en los caños. Es un viento que nos abrasa durante los días de verano pero que refresca los atardeceres, es entonces cuando los isleños nos vamos a la calle a respirar, y sentimos el aroma del adobo, ese penetrante olor que sale de las freidurías repartidas por muchas zonas de la ciudad, que inunda nuestras calles, que insufla nuestros sentidos, es un olor arraigado a nuestra cultura, esencia que se ha acomodado entre nosotros ajena al viento que sople, porque las tardes de la isla siempre huelen a bienmesabe(2).
Pero de lo que quiero hablar es de los olores que nos traen los vientos, cuando sopla el sur se huele el mar, humedad y sal, aire fresco que pronostica lluvia. Son olores de marisma, de sepina, de fangos, de esencia misma de esta isla, olores que en las tardes de primavera se mezclan con el azahar de los naranjos que adornan las calles, símbolo de nuestro pasado andalusí. El viento del sur trae efluvios de tierra mojada, y aroma de incienso que se adelanta a la semana santa. El viernes santo siempre está amenazado por aguaceros que obligan a los cofrades a estar atentos al cielo mientras consultan nerviosos el pronóstico del tiempo.
El norte huele a frío, a nieves, a chimenea, a bufanda y guantes. Llega desde tierras heladas, viene buscando la calidez de la costa gaditana. Los días de norte, los cañaillas(1) nos acobardamos, no estamos acostumbrados a las bajas temperaturas y vamos por las calles como "alma que lleva el diablo", no paseamos, corremos.
El poniente es un viento tímido que suele aliarse con el sur para empujar las nubes que llegan del oeste, habitualmente no es impetuoso aunque a veces llega con una energía inusitada. Con el poniente se soportan bien los inviernos y se puede vivir en verano, permite pasear y disfrutar de la playa y no nos obliga a parar nuestro ritmo porque es un viento favorable. Diría que el poniente huele a tranquilidad, a suaves brisas marinas, a alegría y diversión.
El levante es un viento árido, que nos reseca la garganta y nos alborota el pelo. El viento del este se respira cálido y polvoriento. Huele a salinas, a sepina seca de las marismas, a ráfagas de hedor de los desagües en los caños. Es un viento que nos abrasa durante los días de verano pero que refresca los atardeceres, es entonces cuando los isleños nos vamos a la calle a respirar, y sentimos el aroma del adobo, ese penetrante olor que sale de las freidurías repartidas por muchas zonas de la ciudad, que inunda nuestras calles, que insufla nuestros sentidos, es un olor arraigado a nuestra cultura, esencia que se ha acomodado entre nosotros ajena al viento que sople, porque las tardes de la isla siempre huelen a bienmesabe(2).
(1) cañaílla: Aunque el gentilicio de los habitantes de San Fernando es "isleño", popularmente se nos conoce como "cañaíllas", nombre de un molusco que prolifera en nuestra zona.
SINFONÍA DEL VIENTO
Baila la veleta sobre su pie inherente
y el sonido metálico se filtra entre mis sueños.
Susurran las ramas del olmo
quedas palabras de aquiescencia.
El aire emite agudos silbidos
meciendo las copas de los cipreses.
El aire emite agudos silbidos
meciendo las copas de los cipreses.
La persiana golpea la ventana de poniente,
a intervalos isócronos,
marcando el tiempo.
Silba el aire en las rendijas del batiente.
Suena la bucólica sinfonía de trinos y gorjeos,
a intervalos isócronos,
marcando el tiempo.
Silba el aire en las rendijas del batiente.
Suena la bucólica sinfonía de trinos y gorjeos,
de cantos y cacareos.
Marramiza un gato enamorado,
Marramiza un gato enamorado,
graznan los gansos de una bandada.
Interviene la chicharra acompasada
siguiendo el ritmo de los frutos del madroño.
Suenan balidos de las sumisas ovejas.
Y ladra el perro dirigente.
Sobre los pinos entona
Interviene la chicharra acompasada
siguiendo el ritmo de los frutos del madroño.
Suenan balidos de las sumisas ovejas.
Y ladra el perro dirigente.
Sobre los pinos entona
sus gemidos una tórtola.
Me envuelve una nube de sonidos inconexos
que se funden en una sinfonía infinita.
Grandiosa composición
sin partitura escrita.
Me envuelve una nube de sonidos inconexos
que se funden en una sinfonía infinita.
Grandiosa composición
sin partitura escrita.
Huracanes y vendavales en casa de Juan Carlos Aquí
27 comentarios:
Leerte me ha rodeado de ventoleras de diversa índole y aromas divinos hasta extasiarme. Que maravilloso lugar el que describes. Bss.
Ole, ole y ole.
¡Cómo me has hecho disfrutar con tus olores, al identificarlos todos ha sido una gozada leerte.
¡Gracias, cañailla!
que lindo escrito me ha gustado pues deja en el viento un aire de historia y de historias de un pueblo, pues en el viento vienen miles de historias y sensaciones más allá de la memoria... me ha encantado el relato
De todos los puntos cardinales los vientos nos invaden, cada uno a su carácter responde, la natura, las gentes de tu bellísima tierra están atentos a sus cantos y furias.
En el Empordá (Girona),la tramuntana sopla para alimentar la rauxa (la locura, el descontrol), en todas partes "cuecen" vientos.
Los mismos que han inspirado tu poema girando fascinado cual veleta para desprender letras de ensueño.
Felicitaciones Leonor, besitos oreados.
Aunque no se lo que es vivir en esa parte de España conozco bien el viento de levante que afecta sobre todo a la costa andaluza.
Lo describes perfectamente, también he sentido esos olores a mar como decimos los castellanos.
Un abrazo.
Hola Leonor que bonita propaganda le haces a tu terruño. te van a nombrar embajadora permanente i plenipontenciaria. me ha gustado tu descripción de los olores que trae cada viento.
Bonita entrada del viento y las borrascas.
Feliz encuetro bloguero! que os diviertais mucho111
Estoy aplaudiendote, aunque no me veas...¡Cuanta belleza nos regalas hoy! De la mano de tus vientos, sus arómas,y un poema final qué hace de tu jueves algo mágico paralos sentidos....Gracias amiga, a sido un lujo leerte.
Besos de suave brisa.
Yo llego de donde los vientos fríos...Aquí, cuando sopla el sur , trae lluvias, nieves el norte (aunque , generalmente, anticiclón).
Todos estamos siempre expuestos a los cuatro vientos.
Leerte ha sido saborear tus tierras, olfatearlas, alcanzarlas desde una ráfaga de viento que abraza.
Mi país sabe de esas cosas. Mi ciudad, Montevideo, está muy expuesta al viento, a la ventolera, y a los aromas que se permite diseminar. Me gusta ante todo cuando huele a mar y a tierra húmeda.
Toda tu descripción es una belleza, porque nos acercas a tus tierras a pesar de la distancia que media y, por si fuera poco, nos obsequias con una sinfonía que es viento puro. Una belleza!
Besitos al viento:
Gaby*
Vientos y olores. Me gusta el maullido del gato enamorado.Un beso.
¡Pero qué lindo regalo nos has hecho!...nos presentas los vientos de tu isla con sus aromas y caprichos, con sus mensajes y las sensaciones que despierta.
Gracias por hacerme sentir bien de cerca tu tierra y su aire!
=)
Hala, nos describes esos vientos que no pueden dejar de condicionar la vida en un lugar tan especial, sonidos, olores ...
Creo que en tu tierra sufrí el poniente, no era muy intenso, pero gélido aquel invierno. El levante lo conocí mejor en Ceuta. Él decidía si había ferry a Algeciras o no.
Muchos besos, muchas gracias por esta entrada maravillosa.
Una bonita mezcla de olores, vientos y versos; para ejercitar los sentido, sobre todo el gusto de gustarme :)
Un abrazo
Leonor, a pesar de la relativa cercanía, confieso que no conozco apenas Cádiz y su provincia. Es una asignatura pendiente que tus palabras han avivado al máximo, así que espero más pronto que tarde disfrutar de esas tierras gaditanas y sus vientos.
Un fuerte abrazo.
¡Ay Cadiz, Cádiz, ay tu Isla, ay los vientos y los olores...Ay tú, con que arte nos has dado un paseo por tu preciosa tierra.
Un beso
Buena definición de esos vientos, mejor como dices el poniente que parece que te balancea y no es tan agresivo como el de Levante, y es que el que está acostumbrado a la calor, que no le vengan con esos inviernos ventosos.
Un abrazo
Que cierto es lo que describes, el viento en la costa trae olores especiales... todo un disfrute!!
Besos
Leonor leerte fue maravilloso, conocer esos vientos tan lejanos de mí, sentir a través de tus letras esos aromas, un placer, sí eso fue.
Un beso enorme.
Hola Leonor.
Creo que este soberbio artículo sobre los vientos de tu isla, los deberían incluir en las guias municipales locales. Me has dejado gratamente sorprendida. He paseado en tres ocasiones por esa bendita tierra y, de verdad, me hubiera gustado saber todo lo que he aprendido hoy leyéndote. La hubiese disfrutado, si cabe, aún más.
Un besote.
Lupe
Me ha encantado leerte!
Mi abuela también decía que cuando hace mucho viento se van las cabezas jajaja
Nos quedaremos con el poniente entonces y el bienmesabe, por supuesto.
El poema, preciosísimo!
Muchos besos, guapa!
Me gusta mucho la descripción que haces de los diferentes tipos de viento y cómo los asocias con diferentes olores. Además, a pesar del viento, me ha dado mucha gana de visitar tu tierra. Un beso.
Es como estar allí, y oler el viento que sopla fuerte. Tus palabras son tan elocuentes como bellas y poéticas.
un fuerte abrazo
Mi memoria funciona mucho mejor para los olores que para las imágenes. Muy buen relato
Un besote.
alguna vez escuchè que cuando hueles el aroma del pan tostado, hueles que alguien te anda queriendo.
tus letras de hoy, huelen a pan tostado!
Gracias a todos porque habéis sabido encontrar en mis palabras el cariño que siento por mi Isla. Os invito a conocerla a todos. Seréis bienvenidos a mi casa.
Un abrazo con olor a cañaílla.
Leonor
Por Dios! cañailas y bienmesabe, que rico!!! se me hace la boca agua, junto con el alma, que la descripción de los vientos que haces según sienta a la gente es perfecta, el poema una delicia al nivel de las ricas delicatesen que nombras, aissss, si es que la primavera me tiene como muy tonta!!!, miles de besosssssssssssss
He sentido cada rafaga de tus vientos, la primera vez que me ventolearon, la arena de la playa se clavaba en la piel como alfileres, pero aún así tengo muchas ganas de regresar y disfrutar de tu tierra.
Un abrazo.
Publicar un comentario