Algo
empezaba a notarse en el ambiente. Cada vez que se abrían las puertas del
armario un murmullo apenas audible parecía brotar de las cajas. En ellas
estaban guardados los adornos navideños, los de toda la vida, las bolas de
colores, el muñeco de nieve, el cervatillo plateado, el Papá Noel rechoncho que
había ido perdiendo el color rojo de tanto manoseo, porque los niños se pasaban
todas las fiestas cambiándolo de sitio entre las ramas del árbol, las
guirnaldas de espumillón, las luces intermitentes, el ángel de papel y alas de
algodón que hizo el niño pequeño en la guardería, las piñas doradas, la
estrella fugaz que coronaba el abeto…Ya se acercaba la hora de salir de allí y
alegrar la casa. Estaban expectantes ante lo que iban a volver a vivir, lo que
daba sentido a su encierro durante el resto del año. Los adornos se sentían
nerviosos. Pero pasaban los días y ellos seguían a la espera. Esta vez se
estaban retrasando. En el aire ya bailaban los villancicos y las cocinas olían
a anises y miel. La rutina de la familia
iba cambiando como todos los años por estas fechas. Las vacaciones de los
chiquillos convertían las mañanas en un guirigay festivo, como gorriones al
alba, despertaban deseosos de juegos.
Y
fue cuando oyeron el cántico de los niños de la lotería cuando sus ilusiones se
apagaron, ya no era un retraso, esto era otra cosa, algo inexplicable, algo que
nunca había ocurrido.
En
el salón, la televisión cantaba números mientras Laura presumía ante unos
vecinos de la nueva decoración de su magnífico abeto, haciendo callar a los
niños que preguntaban insistentes por la estrella de Oriente, las piñas
doradas, el ángel de papel y alas de algodón que había hecho el niño pequeño en
la guardería, las luces intermitentes, las guirnaldas de espumillón, el Papá
Noel descolorido, el cervatillo plateado, el muñeco de nieve, las bolas de
colores… sus queridos amigos de toda la vida.
En el armario, la
caja había vuelto a su silencio. Este año, y quizá nunca más volverían a ser protagonistas pero estaban seguros de que los niños nunca los olvidarían.