Tenía los deditos helados, intentaba calentarlos con el vahído cálido que salía de su boca, esta mañana estaba especialmente fría, al salir de la casapuerta, un gélido viento del norte le dio los buenos días y no dejó de temblar durante los veinte minutos que separaban su casa del colegio, los había hecho a paso rápido y al entrar en la capilla agradeció la calidez que la abrigaba. Cuando llegó al aula aún tenía los dedos morados y apenas podía sostener el lápiz con el que intentó poner su nombre en aquel cuaderno milimetrado, era la rutina diaria, abrir el cuaderno y en la página correspondiente poner su nombre y la fecha y a ella le gustaba esa rutina que le daba seguridad, le hacía sentir que todo seguía el ritmo marcado. Mientras tanto sus compañeras se divertían exhalando por sus bocas el humo de un imaginario cigarrillo y ella reía sus ocurrencias al verlas imitar las poses de las actrices más sensuales. Eran tiempos de contradicciones, mientras las monjas seguían advirtiendo de los peligros que las amenazaban si no vivían según los dogmas, y del pecado que las haría caer en las garras del demonio, la sociedad estaba sufriendo un gran cambio, las mujeres sabían que no era normal ser parte de las posesiones de sus maridos y que la vida ofrecía otras alternativas al matrimonio, y ya no esperaban príncipes azules porque sus ídolos eran otros, el actor de fama del momento o el vocalista del grupo musical de moda. Las carpetas forradas con fotos de sus héroes eran una muestra de sus sueños.
Cuando entró el profesor de literatura, un cura de sotana negra y olor a Barón Dandy, todas dejaron sus cigarrillos sobre el pupitre y se dispusieron a fingir que la clase les interesaba. El frío seguía colándose por las rendijas de las ventanas y sus pies y manos seguían ateridos, muchas veces, sobre el babi que utilizaban en clase para no manchar el oscuro uniforme azul con polvo de tizas y virutas de goma, tenían que volver a ponerse los chaquetones porque no dejaban de tiritar. Inviernos crudos, sin calefacción, esperando la hora del recreo para salir al patio, a un rincón donde el sol les aportara un poco de calor y les permitiera tonificar sus músculos saltando a la comba, correteando para esconderse o haciendo malabares sobre los hierros de un colorido laberinto.
Nos encontramos en el blog de Dorotea, Lazos y Raíces
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Un relato que me ha llevado al pasado o, quizá no... pero ligero y recreado.
ResponderEliminarBesos.
Años atrás, muy atrás. Abrazos desde el móvil
ResponderEliminarEse tiempo quedó ya en el recuerdo.
ResponderEliminarBesos
Nos has trasladado muy bien al lugar de la escena y el tiempo en que trascurre y eso me gusta. Besos.
ResponderEliminarYo fui una niña de colegio de monjas de los años 50-6o, y pasé mas frio que un a
ResponderEliminarafricano en el Polo Norte. Poca comida, ropas de abrigo, escasas y malas. Para que te cuento.... UN abrazo.
Me quedé pensando en ese cura que parece entibiar el alma y el principe azul, que seguro quedó azul del frío que manaba de su corazón de fantasía....
ResponderEliminarMuy buena descripción que nos retorna con claridad al pasado.
besos amiga (tengo mis manos tibias con tus mitones.)
¡Qué tiempos aquellos amiga! Sin calefacción y tiritando. Eso nos hacía más fuertes.
ResponderEliminarMuy buen recuerdo.
Un abrazo
Me entra frío solo de pensarlo...Me ha recordado a mis años de colegio, lo has recreado muy bien.
ResponderEliminarUn beso
Se suele decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero en tu relato se refleja claramente que no.
ResponderEliminarUn saludo.
Un lindo relato con fríos aires de antaño nos has hecho llegar a través de tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo
Un buen relato que transporta cálidamente, a pesar del frío, a una niñez pasada pero jamas olvidada.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué lindo! ...me has hecho recordar mis tiempos de estudiante, y el ir a la escuela con esa pollerita que el frío parecía llegarte hasta el alma!
ResponderEliminarUn beso.
lo que se dice "un frío y divertido recuerdo" ¡saludos Leonor!
ResponderEliminarDestilando frío en cada palabra sin embargo has recreado un cálido recuerdo del ayer. Un abrazo.
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