Habían crecido juntos, fueron juntos a la escuela y terminaron sus estudios al mismo tiempo. Durante todos esos años fueron uña y carne, y se esperaba que al finalizar la carrera de arte que ambos habían elegido, sus vidas seguirían unidas. Ellos vivían su amistad sin más complicaciones, ajenos a las cosas del amor, no había llegado el momento y eran felices tal como estaban. Los demás amigos hacía tiempo que habían empezado a jugar a esas cosas del sexo pero ellos solo sentían la necesidad de estar juntos.Paseaban por la vereda del río, iban a capturar imágenes para luego plasmar en sus lienzos, alquilaron un pequeño estudio y pasaban horas enfrascados en sus óleos, acrílicos, pinceles y demás útiles. Los meses pasaban y ellos seguían pensando que las artes lo eran todo y que lo más importante era encontrar salas de exposiciones donde mostrar sus obras. Ellos mismos hacían de modelos, no había dinero para derrochar en profesionales. Los cuadros se iban amontonando apoyados en las paredes del estudio.
La vida del artista era dura, no podían seguir si no lograban solucionar su vida económica y por mucho que les costara había que tomar una determinación, dejar a un lado su amor por la pintura y trabajar para sobrevivir. En su ciudad era imposible encontrar un trabajo y meses después se dieron cuenta que en los alrededores de su ciudad tampoco ni siquiera lejos de ella y los días pasaban y la situación era insostenible.
Pasaban los días mandando curriculum y las noches desvelados por su mala fortuna, y, en una de ellas estaban tan acongojados que necesitaron abrazarse y consolarse y tras el consuelo sintieron que algo se alteraba en sus entrañas y se besaron con pasión y se miraron con una mirada nueva y estuvieron haciendo el amor hasta que llegó la luz del día.
Por la mañana Adrián salió del estudio y Alejandro no supo nada más de él hasta que siete meses después de aquel día imborrable le envió un telegrama.
Por la mañana Adrián salió del estudio y Alejandro no supo nada más de él hasta que siete meses después de aquel día imborrable le envió un telegrama.
- Alejandro, vivo en Holanda, trabajo en un local donde exponen sus obras todo tipo de artistas noveles. Estoy aprendiendo mucho y soy feliz.
Esta semana nos leemos en el blog de Lucía Escribano
Esta semana nos leemos en el blog de Lucía Escribano
Has llevado de una forma magistral este tema que suele ser espinoso y difícil, Me ha gustado mucho, con la humanidad que has tratado el relato y su final.
ResponderEliminarAbrazos muy fresquitos
Muy bien descrito el despertar de un amor juvenil distinto a la amistad. amor
ResponderEliminarNos hemos dejado llevar por historias complicadas. Me gustó la forma en que resolviste el tema. Congratulaciones amiga.
ResponderEliminarbesos
Una buena presentación de la situación hasta llevarnos al desenlace. Un abrazo
ResponderEliminarTemo repetirme, pero me maravilla esa facilidad para resolver el envite con un final ya escrito.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un abrazo.
Muy bien narrado.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEnhorabuena Leonor! Cumpliste el reto con sensibilidad y maestria. De Los blog que ya os he leido me esta gustando comprobar algo que ya intuia, lo abiertos y libres que somos al tratar cualquier tema. Es un lujo poder leeros y teneros cerca.
ResponderEliminarGracias por participar este jueves.
Besos, cuidaté mucho amiga.
Uno de los dos decidió dar el paso; aunque el otro se quedara esperando. Ese mundo es aún más duro que otros y no tuvo más remedio. Los dos tuvieron necesidad de probar esa relación juvenil, y estoy segura que eso fue un acicate para madurar.
ResponderEliminarUn abrazo
Aquí la huida huele a miedo. Buena historia Leonor.
ResponderEliminarBesos.
No creo que fuera una huida. A lo mejor fue algo trágico.
ResponderEliminarUn beso.
Una historia muy original, lograda e ilustrada perfectamente con la imagen que aportas.
ResponderEliminarBesos.
Hola Leonor. La ventaja de participar en el blog de Lucia es que conoces a más blogs y personas- He leído tu relato y me ha encantado.
ResponderEliminarSaludos.
Lola Barea.
Te sigo, Leonor.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Lola Barea.
Una historia de amor con final incierto. Están más lejos las ciudades que los corazones. La puerta siempre se queda abierta.
ResponderEliminarEstupendo relato.
Besos
Muy buen relato Leonor, con la sorpresa de la relación homosexual al final....tal vez el que puso tierra de por medio no estuviera preparado para asumirla....
ResponderEliminarUn beso
No sé bien porqué Leonor, pero intuía el final y la pertenencia al mismo sexo de ambos protagonistas. Pienso que tal vez no debieron dar nunca ese paso más allá de la amistad. Algo se quebró en ese momento en la complicidad mantenida hasta entonces. Magistralmente resuelto tu relato hacia el final propuesto.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Qué maravilla de relato, me encantó, mantienes al lector en suspenso hasta el final. Felicidades.
ResponderEliminar