Relato inspirado en la imagen
Podrían haber formado parte de una acogedora mesa camilla
donde las familias se reunirían al calor de un brasero y contarían sus
vivencias. Podrían haber sido madera abrazada por las fuertes manos de un
agricultor que en su rudeza acaricia el mango de una herramienta. Podrían haber
sido cualquier cosa, incluso parte de un lápiz y haber intervenido en el
aprendizaje de un pequeño trazando sus primeras letras o ser acariciados por
las manos de una joven soñadora que escribe sus emocionadas palabras de amor, pero
un artesano decidió que serían pinzas de tender, alfileres, y durante muchos
años hicieron su labor con alegría sujetando en el alambre las ropas de todos
los que habitaban en aquella casa. Ellos sabían si había visitas, si venía un
bebé nuevo, si los mayores ya empezaban a ser demasiado viejos, todo lo
deducían por las prendas que colgaban.
Cuando aquella muchacha los eligió entre muchos otros en la tienda donde
esperaban su vida empezó a tener
sentido. Cuántas horas de sol, cuántos chaparrones, cuántos sustos cuando los
pequeños tiraban en sus juegos de las sábanas que se oreaban escondiéndose
entre ellas. Pero el tiempo pasa inexorablemente para todos y en las manos de
aquella mujer se fueron haciendo visibles los años, y cada vez le costaba más manejarlos,
a veces se les caían al suelo por falta de habilidad en sus dedos artríticos.
Poco a poco fue dejando de salir al hermoso jardín donde tendía. Las pinzas,
también envejecidas se han acostumbrado a esta quietud, expuestas a las
inclemencias del tiempo y a los bichejos que se pasean sobre su raída madera,
sienten el cariño de una avispada araña que se ha aprovechado de su lugar
estratégico para situar una hermosa tela que es ya lo único que sujetan. Pudieron ser incluso parte de un trinquete o
un bauprés, quién sabe, y haber
navegado por el mundo, pero el destino decidió que fueran lo que son, unas
simples pinzas para tender orgullosas de haber cumplido siempre con
su cometido.
3 comentarios:
Si pudieran leerte se sentirían felices de saber que se les reconoce su empeño en mantener la colada bien colgada. Una bella historia muy bien narrada. Un abrazo
Esta poesía reflexiva , exquisitamente valorando cada detalle es una gozada leerla.
Mis sinceras felicitaciones,
tRamos
Pinzas, nada más y nada menos y tú con tus palabras las has elevado a la categoría de protagonistas de una preciosa y entrañable historia. Su historia. Una preciosa historia de lo que pudieron ser y no fueron, para ser lo que realmente fueron.
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