jueves, 27 de octubre de 2011

ESTE JUEVES : EL MORIBUNDO SEDIENTO



    Por la pendiente del sendero que lleva a la casa, bajaban voces de mujeres, iban acompañadas por los sordos sonidos de los zuecos de madera chocando contra las piedras del terreno. Las vecinas sabían que le quedaban pocas horas de vida, y quisieron acompañar a la mujer del enfermo en estos momentos de tribulación.
   La familia dispuso sillas en la habitación contigua a la del agonizante, y se sentaron a esperar a la Parca que cortaría el hilo que unía al hombre con la vida.
   Se contaron historias de ánimas, aguardaron  à santa compaña, que ya andaría cerca de la casa, y, en susurros se narraron muchas muertes.
   De vez en cuando se repartían tazones de caldo, así calentaban sus cuerpos y reponían fuerzas para enfrentar la noche que, según transcurrían los acontecimientos,  iba a ser larga.
   En la sala donde se encontraba la cama de enfermo sólo entraban sus hijas y la mujer, que se acercaban  por ver si aún respiraba.
   Entre las voces de las mujeres se mezcló un lamento en el que pareció oírse, "aaaaaaaaaagua".
  Se miraron unas a otras, quedaron unos segundos calladas, y continuaron sus letanías. Al cabo de unos minutos nuevamente sonó el largo aullido, "aaaaaaaaaagua". Y esta vez sí fue un sonido audible. Una de las hijas fue junto al lecho y humedeció los labios de su padre. 
   Las horas nocturnas pasaron con lentitud. Y cada vez que se oía aquel gemido, "aaaaaaaaagua", una de las hijas acudía a aliviar la sed del moribundo.  Las mujeres, cansadas, empezaban a guardar algunos momentos de silencio y, alguna dio una cabezada.
  Desaparecieron búhos, murciélagos y mochuelos y se oyó el primer canto del gallo, y le siguieron otros.  La vida diurna se puso en marcha. La vida de todos menos la del anciano que había llegado a su fin.
   Un revuelo de gente empezó a acercarse para ver al difunto que había sido preparado por sus hijas con mucho detenimiento. Se le puso un traje de chaqueta, se enfundaron sus manos toscas de labrador en blancos guantes y, no sin alguna dificultad, metieron sus pies en unos zapatos de material.  Hasta que estuvo al gusto de sus amortajadoras no fue expuesto a los ojos de los visitantes.
   Se colocó el ataúd sobre cuatro cajones de fruta cubiertos por una colcha negra, se encendieron cuatro cirios rojos y comenzó el duelo. La familia entre sollozos narraba anécdotas de la vida del finado, al mismo tiempo que las plañideras, cumplidoras de su papel, lloraban a lágrima viva, y sus lamentos se extendían a las aldeas cercanas. A la hora acordada los hombres portaron el féretro hasta la capilla.
   A la vuelta del cementerio una de las hijas fue a coger agua del pozo y volvió sin ella porque el pozo se había secado. Ni el pocero, ni nadie pudo explicar aquel fenómeno. Pero lo cierto es que tras esa noche de agonía, el agua había desaparecido.


Historia real ocurrida hace años a una familia de Vigo.
La escuché narrada por un hijo del difunto mientras nos calentábamos las gargantas con una ardiente y dulce "queimada". De madrugada sonaron pasos bajo la ventana de mi dormitorio y una voz de ultratumba pronunciaba mi nombre "Leonoooooooooooooooora". Lo juro.  

20 comentarios:

cavada dijo...

No te creo.....sonrio

Elisabet dijo...

Yo si.

Anónimo dijo...

Sigo sin poderte comentar....

COMENTARIO POR MAIL

Eso decía yo, ¿qué necesidad tenemos de los jalouines cuando las leyendas de la España profunda son más terroríficas que cualquier otra?

Brrrrrr, algo así me contaron en Grecia pero de unos niños que aparecieron muertos en un pozo. Antes, como pasaban tanta hambre y en los funerales se servía comida, los niños iban de enierro en entierro a comer lo que pudiesen. La historia me la contó una señora que, cuando era niña, era vecina de estos dos niños muertos y fue a comer a su casa el día del funeral... ya te contaré algún día. BU!

Beso.

VERÓNICA DE HEL-LENIKO

Lola Polo dijo...

Estas historias de moribundos y que enciman crean leyenda, como que me dan un repelús... :(

Un abrazo,Leo

Lola

Juan Carlos Celorio dijo...

Ayer lo leí y lo dejé sedimentar. Hoy repito y confirmo que es un texto excelente, con sinfin de detalles que me gustan, por decir uno el 4º párrafo comenzando desde el final.
A las voces de ultratumba, ni caso, solo quieren llamar la atención. Payasos ...
Para ti, un beso.

Anónimo dijo...

Prueba

CARMEN ANDÚJAR dijo...

¡Jolin! que miedo, y más si se sabe que es real. Desde luego hay cosas inexplicables; pero que pasan y no se sabe por qué.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Me deja la piel erizada esa voz de ultratumba reclamando agua, ese pozo seco, esa agotadora noche en vela esperando que la parca ejerza su función.
La tradición oral y escrita es inmensamente rica en leyendas terroríficas que hacen que el jaloguin resulte de cartón piedra.
Un abrazo.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Una "anécdota" ideal para desempolvar en esta convocatoria tan especial en la que el miedo, la muerte y el misterio se confabulan para atraparnos entre sus redes!

Un abrazo.
P.d
me ha sorprendido lo de "zapatos de material" por aquí se reserva la expresión "de material" a lo que sería muro de mapostería o similares

Leonor dijo...

Neogeminis, aunque cada vez menos, la expresión zapatos de material se usaba para distinguirlos de las alpargatas de cáñamo y de tela que se usaban a diario. El zapato de material era un lujo para días especiales. Además el avance en la tecnología sumó al cuero una serie de materiales sintéticos, más económicos, que abarataban el coste de los zapatos de forma que parte de la población que antes no tenía acceso al zapato de cuero pudo permitirse la adquisición unos más baratos, que de todas formas seguían siendo algo para los grandes acontecimientos.
Esta expresión la siguen usando las personas mayores y más en zonas rurales.
Un beso y gracias por pasarte por mi blog.

Alicia Uriarte dijo...

Bien pensado, nos hemos estrujado el cerebro para contar una historia terrorífica y sumergiéndonos en el acerbo popular las hay a montones. Y según dicen...reales.

Muy interesante a la par que inquietante.

Saludos.

Sindel Avefénix dijo...

Uff que historia escalofriante, y encima es verdad? Mejor no quiero saberlo jajaja
Muy buena, un abrazo.

Maria Liberona dijo...

Historia real todo puede suceder en la vida hasta lo inimaginable... si excelente relato, me ha encantado

laura nuño dijo...

Escalofriante relato. Es curioso cómo, por un motivo u otro, á Santa Compaña haya sido la elegida por muchos de nosotros para este Halloblogween.
Felicidades.
Besines!
Laura Nuño

Teresa Cameselle dijo...

Historias como esa las hay en todas las aldeas gallegas, de norte a sur, de este a oeste, y son las mejores para contar en un día como éste, donde no hay que olvidad que aunque ahora le llamemos Halloween, en realidad es la festividad de Difuntos. Me ha encantado, Leonor.
Gracias por participar ¡

rosa_desastre dijo...

Magnifica historia y magnifica forma de relatarla. La Santa Compaña y la muerte me han dejado la garganta seca esta noche.¡Y sin agua! Ufffffff, que escalofrio.
Un beso

Maribel Romero dijo...

No me fastidies, menudo susto, el final me ha dejado temblando. Y muy bien narrada la escena familiar, esa espera junto al agonizante. Te felicito.

Un saludo.

Luis dijo...

Inquietante leyenda. Escuchar este tipo de historias entre amigos, son buenos momentos que deberíamos hacer más seguido. Felicitaciones por acercarnos lo escuchado, en forma de relato y con tan buena prosa. Saludos desde Uruguay

Mamaceci dijo...

Ayy que miedo!! como me gustan esas historia flocklóricas, aunque confieso que despues no duermo sola, que si no...!
¿lo tuyo no habrá sido sugestión mezclado con adormilamiento?
Te mando un gran beso

Liwk dijo...

Qué aterrador. Es fantástico cómo estos relatos se incorporan a la conciencia del pueblo y se quedan ahí; me alegra que nos hayas traído éste para el Halloblogween y que lo hayas narrado tan bien. Te felicito.
Un abrazo.